sábado, 25 de agosto de 2018

Chopin: Gran Rondó a la Krakoviana


Cuando Chopin arribó a París en 1831 tenía veintiún años y ya había compuesto seis obras para piano y orquesta, todas ellas imaginadas y escritas en Varsovia, naturalmente. Pero después de ello no volverá a incursionar en el género nunca más. Antecediendo a los dos Conciertos para piano y casi simultáneo con las Variaciones Lá ci darem... el Rondó a la krakoviana, escrito a los 18 años, es el tercero de aquellos esfuerzos. Su título deriva de una danza popular polaca con orígenes en el Renacimiento que poco a poco había ido accediendo a los salones de baile, para sumarse a la mazurca y la polonesa, que habían experimentado un peregrinaje similar.


Hoy, curiosamente, la obra accede con dificultad a los escenarios, pero en su tiempo fue saludada con entusiasmo por público y crítica. Se la escuchó por primera vez en Viena, durante el segundo concierto que Chopin dio allí en 1829. Según cuenta el maestro a su familia, en el primer concierto pensó en culminar su presentación con el Rondó pero los ensayos habían sido tan desastrosos que sobre la marcha decidió dejarlo para otra ocasión. Oportunidad que no se hizo esperar. Semanas más tarde, el maestro de diecinueve años se presentaba por segunda vez en Viena.

La orquesta supo acompañar esta vez. Ejecutado en medio de arias diversas y oberturas, como era la costumbre, el Rondó fue recibido calurosamente. "Pianista notable, lleno de delicadeza y sentimiento"; "composición, técnica, interpretación... el artista tiene merecido su éxito"; "rondó rico en ideas musicales...", se lee en las publicaciones vienesas. El redactor del Allgemeine Musikalische Zeitung no se queda atrás, y pone por las nubes a este "verdadero artista que, sin publicidad previa, asciende en el horizonte de la música como un nuevo meteoro, y deslumbrante".

A todo esto, los varsovianos no habían escuchado el Rondó. Debieron esperar hasta marzo del año siguiente, para el segundo de los conciertos de despedida antes de abandonar Varsovia. El reportero del Correo de Varsovia anotó: "Ayer asistieron otra vez 900 personas. El virtuoso fue saludado con tumultuosos aplausos, una y otra vez, especialmente después de la entrega del Rondó a la cracoviana". En siete meses más, "el virtuoso" abandonará Varsovia, para no regresar nunca más.

Gran Rondó de Concierto a la krakowiak, en Fa mayor, opus 14
Con extensión de poco más de quince minutos, la obra abre con una introducción lenta, algo exótica, del piano, es el Andantino, quasi allegretto, apoyada por el corno y las cuerdas, discretamente. A ella sigue la sección principal, que no es otra que el rondó propiamente tal, marcado Allegro non troppo.
En su mayor parte, el papel de la orquesta es de acompañamiento, aunque no le falta vigor en los pasajes tutti. Es el estilo galante, donde debe resaltar el instrumentista con todo su virtuosismo.

Dedicada a la princesa Anna Czartoryska, esposa de un reconocido diplomático polaco, la obra fue publicada en Leipzig en 1834.

La versión es del pianista Nelson Goerner, en un Erard de 1849, acompañado por la agrupación neerlandesa "Orquesta del Siglo XVIII", bajo la dirección de Frans Brüggen.


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