lunes, 30 de septiembre de 2019

Johann Strauss II: Polca "Ana"


En 1852, a la edad de 27 años, Johann Strauss junior había alcanzado tal éxito como compositor y director de música de salón que ya nadie lo conocía como "el hijo de" Johann Strauss padre sino como el legítimo líder en la esfera musical vienesa. Strauss había fusionado la orquesta de su padre con la suya propia luego de la muerte del padre. Poco años después visitaba con la nueva agrupación las principales ciudades europeas. En mayo de ese año fue llamado a la corte para que dirigiera la orquesta como director invitado, presentación a la que siguieron frecuentes invitaciones, hasta que finalmente fue nombrado como Hofballmusikdirector en 1863, algo sí como Director Musical de los Bailes de la Corte.


Por esos años, los vieneses celebraban una fiesta, el Festival de Santa Ana, todos los 26 de julio, en el parque municipal de Viena, el Prater. De una enorme extensión, el parque alojaba (y todavía aloja, aunque hoy más parece parque de entretenciones infantiles) muchos restaurantes, escenarios para bandas de música, una pista de carreras y varias otras amenidades.
En uno de esos escenarios, el 26 de julio de 1852, fue estrenada la Annen Polka, que así se llamó en razón de la festividad. Curiosamente, Strauss padre también había compuesto una polca para el mismo festival hacía unos diez años atrás. (Como va a ser la costumbre, la polca del hijo superará en popularidad a la del padre).

Annen Polka, opus 117
La Polca "Anna" es lo que los vieneses llaman una "polca francesa". Escrita en un tempo moderado, es una danza mucho más refinada que la bulliciosa polca alemana. Es una pieza elegante, relativamente breve, de no más de 4 minutos y medio, y que como "encore" funciona a la perfección.
Como sucede con casi la mitad de la música del compositor, la pequeña pieza nunca estuvo destinada a una gran orquesta sinfónica, sino que fue concebida teniendo en mente un pequeño conjunto: un cuarteto de cuerda, o un trío con piano, o un grupo orquestal de no más de diez o doce instrumentistas, que era lo habitual en las orquestas que dirigieron Strauss padre e hijo.

El director austriaco F.Welser-Möst dirige la Cleveland Orchestra.

sábado, 28 de septiembre de 2019

Mahler en Maiernigg, Quinta Sinfonía


Cuando Gustav Mahler escribía su Quinta Sinfonía, durante los veranos de 1901y 1902, estaba escapando de una Viena que para él se había transformado en una fuente de estrés insoportable. El 1⁰ de abril de 1901 fue exonerado de su puesto en la Filarmónica de Viena después de un período de tres años en el que el sentimiento antisemita del ambiente musical vienés se vio exacerbado. A Mahler no le quedó más que aferrarse al otro puesto importante que desempeñaba, como director de la Ópera de la Corte de Viena, que también era estresante, quizá un poco menos pero igual generaba en él un desasosiego permanente, afectando seriamente su salud.


Pero en noviembre de 1901, mientras trabajaba en la Sinfonía, ocurrió un evento importante que cambió su vida para siempre. En una cena conoció a la mujer más hermosa de Viena, la compositora en ciernes Alma Schindler, quien acababa de terminar una relación con su profesor de composición. Gustav y Alma se sintieron atraídos mutuamente de inmediato. Se casaron algunos meses después, el 9 de marzo de 1902, cuando su primera hija, Maria, ya alojaba en el vientre de Alma. Fue una relación compleja y a ratos poco feliz, aunque permanecieron juntos hasta la muerte de Mahler, en 1911.

Maiernigg, y la "cabaña de composición"
Alma Mahler (1879 - 1964)
Con todo, Mahler podía mirar hacia el futuro, componiendo. El verano de ese año se escapó a Maiernigg, en la costa sur del Wörthersee, un lugar bucólico en la región de Carintia al sur de Austria, donde el compositor estaba construyendo una villa frente al lago, que terminó de edificar mientras trabajaba en la sinfonía.
Antes, se había hecho construir una pequeña cabaña, escasamente amoblada –lo justo y necesario para no calificar de ermitaño– en la colina detrás de su villa. Cada mañana caminaba hasta allí por un sendero del bosque para trabajar en espléndido aislamiento. Allí completó la Quinta Sinfonía – aunque revisiones posteriores le tomaron cinco años.

Sinfonía No 5 en Do sostenido menor
La obra, de alrededor de una hora de duración, se desarrolla en cinco movimientos (a diferencia de los típicos cuatro de la mayoría de las sinfonías) agrupados en tres secciones. La primera y tercera secciones comprenden dos movimientos cada una, mientras el Scherzo permanece entre ambas como una sección en sí misma. También, muy curiosamente, el primer movimiento está escrito en Do♯ menor y el último, medio tono más alto, en Re mayor.

Movimientos:
00:00  Marcha Fúnebre
14:04  Stürmisch bewegt  (tormentoso)
28:26  Scherzo
45:22  Adagietto. Sehr langsam (muy lento)
55:18  Rondo-Finale

El Adagietto
Párrafo aparte merece el movimiento más famoso de todas las sinfonías de Mahler, el hermosísimo Adagietto de la Quinta Sinfonía ("citado" también en el último movimiento). Escrito solo para cuerdas y arpa, su carácter reflexivo, conmovedor, nostálgico, más resignado que luctuoso, lo hace único y memorable. Fue parte primordial de la banda sonora de la película Muerte en Venecia, de Lucchino Visconti, y ha sido interpretado en numerosos funerales de grandes personalidades, como Robert Kennedy y Leonard Bernstein.
Según algunos estudiosos, fue escrito como homenaje y carta de amor en clave para Alma Schindler, a quien envió el manuscrito terminado sin acompañarlo de ninguna palabra.

Claudio Abbado dirige la Lucerne Festival Orchestra, 2004.


domingo, 15 de septiembre de 2019

Beethoven: Novena Sinfonía - 4to mov.


Muy pocas deben ser las personas que en este mundo desconocen la tonadilla del "Himno a la Alegría" de Beethoven. De los millones que la conocen, muchos estarán enterados de que pertenece al cuarto movimiento y final de su Novena Sinfonía, también llamada Sinfonía Coral, pues incorpora voces solistas y coro en dicho movimiento.
Pero tan novedoso final no estuvo claro en un principio.
Recientes investigaciones sugieren que Beethoven tuvo algunos reparos para acometer tan grandiosa empresa. Mientras trabajaba en el finale de la sinfonía, consideró la alternativa de incorporar un final puramente instrumental, eliminando tan innovador cierre. Las dudas continuaron y en más de una ocasión habló de remover canto solista y coros.
Finalmente no lo hizo, con lo que queda señalada la inmensa ambición con que el maestro acometió la construcción de tan portentosa partitura.


La Oda
Desde muy joven, Beethoven se sintió cautivado por la grandiosa exaltación de la hermandad del hombre presente en los versos del poema de Schiller, An die Freude (A la Alegría). Ya en 1793 pensaba que tenía que incorporarla a su música, "verso por verso". Y la oda de Schiller se convirtió en una obsesión. Año a año, boceto tras boceto, la celebrada melodía de la Novena Sinfonía se fue elaborando, meticulosamente, hasta encontrar su forma definitiva recién en el año 1822, con textos seleccionados de la obra de Schiller y unas palabras introductorias de Beethoven.

La Sinfonía
La propia sinfonía, cuyo título completo es "Sinfonía, con coro final sobre la Oda a la Alegría, de Schiller", fue escrita durante un periodo de seis años, desde 1817 hasta 1823. Su composición respondía a un encargo de la Sociedad Filarmónica de Londres.
Dedicada nada menos que al rey Federico Guillermo III de Prusia, tuvo un grandioso estreno el 7 de mayo de 1824, en Viena. Era la primera aparición pública del maestro en doce años.

La sordera
Para la fecha, la sordera progresiva de Beethoven había alcanzado una etapa que le hacía imposible dirigir. Sin embargo, aquella velada hizo algo parecido, ubicándose cerca del director durante la interpretación para indicar los tempi correctos.
Llegó el cuarto movimiento, y los solistas y coro entonaron la oda. La música llegó a su fin. El aplauso fue estruendoso, pero Beethoven, de espaldas al público, siguió marcando el tempo hasta que una de las solistas, la contralto, le indicó que se volteara en dirección al público. Recién ahí el maestro se enteró de que la obra había terminado y que el público vienés la recibía aplaudiendo a rabiar.

Sinfonía No 9 - Cuarto movimiento y final.
Marcado Presto; Allegro assai, el cuarto movimiento tiene forma de tema y variaciones, con dos temas más una introducción.
El material musical de cada uno de los tres movimientos anteriores –aunque ninguno es una cita literal–, se presenta sucesivamente. Estos dan paso a pasajes instrumentales a cargo de las cuerdas bajas. Después de esto, el tema "Oda a la Alegría" es introducido por los violonchelos y los contrabajos. Después de tres variaciones instrumentales sobre este tema, la voz humana se presenta por primera vez a cargo del barítono, que canta palabras escritas por el propio Beethoven: "¡Oh Freunde, nicht diese Töne!" Sondern laßt uns angenehmere anstimmen, und freudenvollere. '' ("¡Oh amigos, no estos sonidos! ¡En lugar de eso, busquemos otros más agradables y más alegres!").

La oda es tocada, primero por la orquesta, y luego por el coro. Violonchelos, flautas y oboes crean el clima y las voces masculinas y femeninas se alternan declamando el Himno a la Alegría, acompañadas por la orquesta completa.

La sinfonía avanza y se eleva sobre sí misma, mientras los coros llegan a niveles atronadores. Una doble fuga da el contrapunto pausado que lleva al veloz y prolongado cántico final, un desenlace de sinfonía único en la historia de la música.

La versión, magnífica, es de la West-Eastern Divan Orchestra junto al National US Choir, dirigidos por el maestro Daniel Barenboim.



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miércoles, 4 de septiembre de 2019

Schumann: Concierto para cello y orquesta


Ya casado y establecido en Dresde por indicación médica desde 1844, Robert Schumann aceptó en 1850 el puesto de director en Düsseldorf. No fue buena idea. Su temperamento era completamente inadecuado para dirigir con éxito a decenas de músicos y encauzarlos como un solo cuerpo para producir música. Durante dos años debió soportar la tensión de los ensayos, agravando probablemente el desorden mental del que ya había dado muestras, incluso antes de su matrimonio con Clara.


Pero al comienzo todo iba bien. Recorrió la ciudad junto a Clara. Y tuvo tiempo para recordar sus años de infancia, cuando tocaba el cello. Volvió a componer, con entusiasmo y pericia. En un periodo de apenas dos semanas, entre el 10 y el 24 de octubre de 1850, compuso su Concierto para cello, el único que escribiría, y que junto al también único Concierto para piano, constituyen sus dos trabajos más importantes en la serie de siete que compuso en el género de la obra concertante.

Concierto para cello y orquesta en La menor, opus 129
En un principio, Schumann consideró titular su concierto muy modestamente: "Pieza de concierto para cello con acompañamiento orquestal". Y quizá tenía razón, pues la escritura orquestal es discreta y muy transparente, mucho más de lo que Schumann acostumbra en su obra orquestal. Incluso, algunos estudiosos han sostenido que la escritura para el cello es más bien "pobre". Otras opiniones, sin embargo, señalan que todo obedece, simplemente, a que la obra no contiene trozos de virtuosismo espectacular, o asombrosamente llamativo –como sí los hay en su Concierto para piano.

Aún así, el concierto se convirtió en un favorito de los cellistas, lo que también resulta, claro está, de la relativa escasez de grandes obras del s. XIX para el instrumento.
El concierto, nunca interpretado en vida del maestro, fue estrenado el 23 de abril de 1860, en la ciudad de Oldenburg, cuatro años después de su muerte.

Movimientos:
Según se cuenta, Schumann detestaba recibir aplausos entre movimiento y movimiento. Por ello, quizá, la pieza consta de tres movimientos que se suceden sin pausa:
- Nicht zu schnell (No muy rápido)
- Langsam (Lento)
- Etwas lebhafter, Sehr lebhaft (Algo vivaz - Muy vivo)

Kian Soltani, Cello 
Christoph Eschenbach, director
SWR Symphonieorchester Stuttgart-Freiburg 
Duración: 23 minutos.


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