domingo, 31 de julio de 2016

Chopin: Balada para piano No 2



Muy probablemente, Chopin terminó la Balada No 2 en Mallorca, mientras permaneció allí en compañía de George Sand y sus hijos, el invierno de 1838-39. O quizá solo se ocupó de revisarla. Lo cierto es que en carta a su amigo Fontana, de enero de 1839, Chopin le informa que se la está enviando para que la haga llegar a Camille Pleyel, su editor en París, junto con un buen lote de otras piezas, entre ellas la totalidad de los Preludios.

Schumann (1810 - 1856)
Una dedicatoria vacilante
Sabido es que la obra está dedicada a Robert Schumann, en retribución a la dedicatoria que el compositor alemán hiciera a Chopin de su Kreisleriana, concluida hacía pocos meses. Menos sabido es que Chopin jamás tocó la obra de su colega, frente a cuya producción tenía reticencias, aun cuando el generoso Schumann no escatimó elogios para casi toda la obra de Chopin durante muchos años.

Y la verdad sea dicha, el propósito de dedicar la balada a Schumann no aparece para nada categórico o irrenunciable, según se lee más adelante en la carta a Fontana, ya señalada:
"[...] Me gustaría que mis preludios vayan dedicados a Pleyel, y mi Segunda Balada a Schumann. Ahora, si Pleyel no quiere renunciar a la dedicatoria de la Balada, dedícale a Schumann los preludios..."
Chopin (1810 - 1849)
Y quizá si el trueque hubiese sido para mejor porque si bien Schumann saludó con fervoroso entusiasmo la Balada No 1, disminuyó en algo su arrebato con la Segunda, la que encontró un poco "menos artística".

Con todo, lo señalado no debe entenderse como una malquerencia de Chopin hacia Schumann (lo que sería, por parte de Chopin, al menos una extravagancia). Es simplemente que, como creadores, ambos artistas estaban en las antípodas, aun cuando fueran estrictamente contemporáneos.

Balada No 2 en Fa mayor, opus 32
Y en las antípodas estaban, si se considera que para Chopin la música solo era música, a diferencia de Schumann quien podía encontrar en la poesía inspiración para la creación musical. Sin embargo (la perenne contradicción del alma creadora) Chopin confesó a su amigo y ardoroso comentarista que para componer las cuatro Baladas había tomado inspiración en la lectura de poemas de su compatriota Adam Mickiewicz.

La "fuente"
Para la balada No 2, el poema fuente es "Switez", que narra la historia de unas doncellas polacas de una ciudad sitiada que para evitar ser presa de sus captores, se hunden en la tierra que rodea un lago. Convertidas en flores misteriosas adornan desde entonces sus orillas.
La pieza está construida sobre la alternancia de dos temas, uno idílico y el otro una tempestuosa ráfaga de veloces arpegios. Los compases finales evocan a las jóvenes convertidas en flores.

La versión es del excelente pianista chino Yundi Li, el más joven ganador del Concurso Internacional Chopin, en 2000, a los 18 años.

.

Amigo visitante: 
Si te gustó el artículo, mucho te agradecemos si lo compartes, o lo recomiendas en Google con un cómodo clic

martes, 26 de julio de 2016

Jan N. Hummel: Piano Concierto No 2



Así como a Salieri y su talento le tocó en suerte (de la mala) ser contemporáneo de Mozart y su genio, el compositor alemán Jan Nepomuk Hummel debió convivir en Viena con la fama, la popularidad y el genio de Beethoven. Pero fueron amigos, de amistad precaria quizá, también rivales. Y famosos a un tiempo, con admiradores y detractores. Se llegó a comparar la manera de tocar de ambos. Para los fanáticos de Hummel, la ejecución de Beethoven era ruidosa y forzada. A la parcialidad de Beethoven, le parecía que Hummel no tenía imaginación. A las finales, como era de esperarse, Hummel terminó opacado por el famoso genio.

Jan N. Hummel, alrededor de 1814
(1778 - 1837)
Niño prodigio, y joven virtuoso
Nacido en 1778, en Presburgo (hoy Bratislava), en el Reino de Hungría, parte del Imperio austriaco de los Habsburgo, el compositor fue un niño prodigio que estudió con Mozart, con cuya familia vivió por dos años. A los diez años daba conciertos por Europa y poco después se instaló con su padre en Londres, donde conoció a Clementi con quien también tomó lecciones. El joven maestro consiguió más tarde una inmensa popularidad en Viena como virtuoso del piano (de ahí su rivalidad con Beethoven). Su estrella solo va a decaer con la aparición de los épicos virtuosos románticos, Liszt, o Paganini.

Hummel, un "clásico"
Hummel es recordado hoy principalmente por sus piezas para piano solo y sus conciertos para el instrumento, ocho en total. El compositor formó parte con toda propiedad de la era más grande de la "música clásica", y así está siendo hoy paulatinamente "redescubierta" su música, la que se nos revela como magnífica y enteramente accesible para los oídos contemporáneos.

Concierto para piano en La menor No 2, opus 85
Hummel pudo haber sido un clasicista pero su música linda con el Romanticismo al punto de ofrecer algunos anticipos asombrosos de Chopin.  El Concierto en La menor es un ejemplo. Es el parecer de muchos que su inicio es demasiado parecido al Concierto No 1 en mi menor del músico polaco como para tratarse de una mera coincidencia. Anotemos, de paso, que la obra de Hummel fue publicada en 1821. Chopin tenía entonces once años. Faltan nueve para la composición del Concierto No 1 (que cronológicamente es el segundo).

Movimientos:
Los tres típicos de la época: rápido - lento - rápido:
00:00  Allegro moderato 
15:39  Larghetto
20:03  Allegro moderato

La versión, quizá harto más veloz de lo que hoy entendemos por esos tempi (los allegro no parecen moderato sino presto, o prestissimo), es del pianista británico Stephen Hough, acompañado por la English Chamber Orchestra, dirigida por Bryden Thomson.



Amigo visitante:
Si te gustó el artículo, mucho te agradecemos si lo compartes, con un cómodo clic

sábado, 23 de julio de 2016

Schumann: Concierto para cello y orquesta



Durante su existencia relativamente breve, incluso para la época, Robert Schumann no llegó a escribir más de siete obras para solista y orquesta. De ellas, tienen hoy presencia habitual en los escenarios del mundo el Concierto para piano (1854) y el escrito para cello, de 1850. El primero goza de excelente salud. Aunque menos popular, el Concierto para cello puede señalarse como uno de los preferidos de los virtuosos del instrumento, considerada la reducida presencia de grandes conciertos para violoncello del periodo romántico.

Dusseldorf
Schumann en 1850
(1810 - 1856)
Felizmente casado desde hace diez años con Clara, la pareja y sus cinco hijos acaban de arrancar de los levantamientos de Dresde de mayo de 1849 (que tuvieron la entusiasta participación de Wagner, incluso en las barricadas). En diciembre de ese año, le será ofrecido el puesto de director de música en Dusseldorf. Apenas arribado, compondrá el Concierto para cello, según la leyenda, en apenas dos semanas. Pero no estará mucho tiempo en la ciudad, pues el maestro, al parecer, no estaba hecho para dirigir orquestas. Al cabo de un año, le rescindieron el contrato. Robert y Clara partirán de gira.

Concierto para cello y orquesta opus 129 en La menor
Fallecido seis años más tarde, Schumann no llegó a ver estrenado el concierto. La première se realizará en Leipzig en 1860 en homenaje a los cincuenta años del nacimiento del compositor.

La obra, profundamente romántica aunque desprovista en buena medida de deslumbrantes momentos virtuosísticos, contempla tres movimientos que se siguen uno al otro, sin pausa, sus tempi nombrados en alemán.

Movimientos:
00:00 
Nicht du znell (No demasiado rápido)
11:25  Langsam (Lento)
15:19  Sehr lebhaft (Muy animado)

La versión es del joven maestro Kian Soltani, acompañado de la SWR Symphonieorchester, conducida por Christoph Eschenbach. 



Amigo visitante:
Si te gustó el artículo, mucho te agradecemos si lo compartes, con un cómodo clic

miércoles, 13 de julio de 2016

Béla Bartók: Concierto para violín No 1



El compositor húngaro Béla Bartók se desempeñaba como profesor de piano en la Academia de Budapest cuando en 1908 hizo solemne entrega a Stefi Geyer de los manuscritos de su primer concierto para violín. La muchacha los aceptó con la condición expresa de que la obra sólo debía ser conocida después de su muerte. De la muerte de ella, queremos decir, pues la chica, siete años menor, supuso bien que habría de ser Bartók quien primero se fuera de este mundo.

Béla Bartók, joven (1881 - 1945)
Stefi Geyer
Stefi era una talentosa estudiante de violín, alumna de la Academia, de quien Bartók se había prendado, platónicamente, por esos años, cuando el compositor rondaba los veintisiete. De acentuada personalidad y fuertes convicciones religiosas, Stefi nunca correspondió a los sentimientos de Bartók, debido al introvertido carácter del compositor, amén de su marcado ateísmo. Pero aceptó la ofrenda, con la exigencia ya anotada.
(En asuntos del corazón, a Bartók le fue mejor con las estudiantes de piano. Apenas un año después de su ofrenda a Stefi, el autor casó con una joven alumna de dieciséis años, Marta Ziegler.)

Concierto para violín No 1, opus póstumo
Stefi Geyer falleció en 1956, fiel al compromiso. El estreno de la obra de juventud de Béla Bartók, su Primer Concierto para violín, se realizó en 1958, cincuenta años después de su composición, cuando nadie sabía de su existencia.
La obra, de solo dos movimientos, es considerada una suerte de "retrato" de Geyer, donde el autor expresó su dolor ante el fracaso amoroso a la vez que dibujó a la amada en dos facetas: un primer movimiento para una Stefi "idealizada, celestial e interior", un segundo movimiento para una Stefi "alegre, ingeniosa y divertida".

Movimientos:
00:00  Andante sostenuto
09:01  Allegro giocoso

La versión es del violinista alemán de origen brasileño José Maria Blumenschein, acompañado de la Orquesta Juvenil de NRW (Renania del Norte - Westfalia, Alemania), conducida por Jukka-Pekka Saraste.



Amigo visitante:
Si te gustó el artículo, mucho te agradecemos si lo compartes, o lo recomiendas en Google con un cómodo clic

sábado, 9 de julio de 2016

Chopin: Estudio Opus 10 No 6



Aunque la creación del conjunto fue casi simultánea durante un periodo extenso, los 24 Estudios de Chopin fueron agrupados en dos opus, el No 10 dedicado a su amigo Franz Liszt, y el opus 25, dedicado a la condesa d'Agoult, pareja de Franz por esos años. Publicados en París en 1833, los doce estudios que integran el Opus 10 son de larga data. Algunos de ellos fueron compuestos en Varsovia, cuando Chopin era casi un adolescente.

Para la fecha de su publicación, Chopin llevaba dos años instalado en un París agitado, políticamente. Pero en la prensa su música despertaba interés y en los salones su presencia una gran admiración. Vestido con la mayor elegancia se presentaba a cenar invitado en casa de embajadores, barones y lores variopintos. Y mientras acompañaba a la condesa Potocka en su canto, podía escuchar a Marie d'Agoult comentando a la audiencia que sus Estudios eran "prodigiosos".

Estudio en mi bemol menor, Opus 10 No 6
Prodigioso quizá, pero en ningún caso espectacular, el estudio destila una atmósfera que pareciera imitar la de un nocturno, del propio Chopin. Al mismo tiempo produce en el oyente la sensación de que las exigencias técnicas son menores. Pero su dificultad es de otro tipo, poco visible: reside en demandar del intérprete una gran habilidad para tocar legato y legatissimo, con ambas manos, mientras simultáneamente debe hacer sonar claras y nítidas las voces interiores.

La versión es de la brillante pianista ucraniana Valentina Lisitsa.


Amigo visitante:
Si te gustó el artículo, mucho te agradecemos si lo compartes, con un cómodo clic

miércoles, 6 de julio de 2016

Manuel M. Ponce: "Sonatina Meridional"


En 1923, Andrés Segovia dio su primer recital en Ciudad de México. Al evento asistió el compositor mexicano Manuel Maria Ponce, por ese entonces un autor reconocido.
Así se conocieron ambos artistas, ya mayores, Ponce, de cuarenta años, Segovia de treinta.
Dos años después se reencontraron en París, mientras Ponce estudiaba composición con Paul Dukas, y Segovia andaba por allí de gira. Comenzó así una amistad y colaboración entre los dos artistas que durará por dos décadas, creando conjuntamente algunas de las obras más significativas para la guitarra clásica.

La guitarra "neoclásica"
Ponce no era guitarrista, pero tuvo la fortuna de tener a su lado a Segovia el más grande concertista en guitarra de la época para facilitar el proceso de composición y producción editorial. Durante sus años en París, de 1925 a 1933, Ponce escribió la mayor parte de sus composiciones para guitarra, en estilo neoclásico, muy popular en su tiempo. Allí surgieron al menos dos suites, dos sets de variaciones, 24 preludios y cinco sonatas para el instrumento.

Manuel Maria Ponce (1882 - 1948)
El sabor español
Como podía esperarse, Segovia sugirió a Ponce que escribiera algunas piezas con sabor español. En una carta, Segovia le pregunta: "...¿Por qué no escribes una sonatina -no sonata- de carácter netamente español? [...] Ahí tienes temas, aunque en realidad ni siquiera los necesitas."
El maestro Ponce se abocó a la tarea, surgiendo de ello una de sus piezas más interpretadas y reconocidas: la Sonata No 5 en Re mayor, llamada también "sonatina meridional", o "sonata del Sur".

De poco más de ocho minutos de duración, sus tres secciones llevan título:

00       "Campo" - Allegro moderato
04:47  "Copla" - Andante
07:21  "Fiesta"Allegro non troppo

La versión es del guitarrista chileno Romilio Orellana, en grabación en vivo en el santuario del Cerro San Cristóbal, de Santiago de Chile.


Amigo visitante:
Si te gustó el artículo, mucho te agradecemos si lo compartes, o lo recomiendes en Google con un cómodo clic