viernes, 31 de agosto de 2018

Debussy: "La Mer", tres bocetos sinfónicos


En 1901, Claude Debussy estrenó Nocturnos, su primer trabajo para orquesta en tres secciones. Si bien la obra tuvo buena acogida entre sus colegas músicos, no provocó gran arrebato en el público. Pero al compositor le bastó el entusiasmo de sus pares para intentar dos años más tarde un nuevo proyecto en similar formato.

Terminada en 1905, la obra orquestal La Mer tuvo su estreno en octubre de ese año. Esta vez, el trabajo del compositor no fue bien acogido ni por el público ni por la crítica. Dos circunstancias se habían confabulado. A la torpe performance de esa velada (según reseñas de la época) se sumó el encono generado entre los parisinos por la relación de Debussy con Emma Bardac, lo que había llevado a que su esposa abandonada, su "Gaby de ojos verdes", intentara el suicidio dos días antes del estreno.


Primeros esbozos
Los primeros esbozos de La Mer fueron elaborados en agosto de 1903 en la región de Borgoña. Sus tres movimientos llamados a ilustrar musicalmente la fuerza magnífica del mar, su tumultuoso oleaje y también su seductora calma, fueron terminados en marzo de 1905 pero no frente a un majestuoso océano sino ante las sencillas costas del Canal de la Mancha, al sur de Inglaterra, donde el mar, en palabras del maestro, "se pliega y despliega con corrección británica".
Claude Debussy
(1862 - 1918)

La Gran Ola

Según señaló más tarde, Debussy tomó más inspiración de cuadros y pinturas que representaban el mar que de la circunstancia de estar situado en sus proximidades. El maestro estaba prendado de "La Gran Ola", el celebérrimo grabado de Hokusai, y no dudó en solicitar a su editor su reproducción en la portada de la partitura impresa.

Tres bocetos sinfónicos
Aunque la obra contiene tres movimientos sinfónicos que autorizarían el calificativo de sinfonía con toda propiedad, Debussy agregó a su título descriptivo el subtítulo "Tres bocetos sinfónicos" precisamente para que la obra no fuera conocida como una sinfonía ortodoxa ni tampoco como un poema sinfónico. En la línea del rechazo a todo formalismo, se especula que el compositor lograba así subrayar la originalidad de la obra al tiempo que evitaba la asociación con cualquier otro género.

Erik Satie (1866 - 1925)
La crítica

Sin embargo, y ya lo apuntamos al inicio, las críticas no fueron favorables en la première. Hubo hasta admiradores del trabajo de Debussy que en la ocasión se sintieron defraudados. El comentarista del periódico Le Temps llegó a anotar que no pudo oír el mar. Tampoco lo vio ni lo olió, dijo –lo que desde luego era mucho pedir.
En su particular estilo, Erik Satie, amigo de Debussy, fue quizá quien expresó mejor el sentir de la audiencia. Al término de la velada, le habría dicho al maestro: "querido amigo mío, hay un momento particular que encontré impresionante: entre las diez y media y un cuarto para las once".

La significación
Pero el desencanto no duró mucho. Bastaron un par de años para que prendiera el entusiasmo del público parisino, y más tarde, del resto del mundo, hasta hoy. Más de cien años después, La Mer es considerada una de las grandes obras orquestales del siglo veinte, dando la razón al maestro. La obra no describe el mar (si lo hiciera, estaríamos ante un poema sinfónico, sin apelación), lo "retrata" simbólicamente, estamos ante una música "inventada a imagen del mar, elemento móvil, imprevisible, y libre".

Los tres bocetos:
00:00  De l'aube à midi sur la mer - evoca el despertar del mar y la bienvenida al sol.
10:06  Jeux de vagues - sobre el suave y permanente vaivén de las olas.
17:44  Dialogue du vent et de la mer - dos fuerzas antagónicas en continua lucha, el mar y el viento.

Paavo Järvi, director estonio-estadounidense, conduce la Frankfurt Radio Symphony Orchestra.


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miércoles, 29 de agosto de 2018

Carl Reinecke: Concierto para flauta


Evaluando su propia significación como compositor, el autor alemán Carl Heinrich Reinecke, con un candor inusual para un artista romántico (aún del romanticismo tardío), confesó alguna vez: "no puedo sino coincidir con quienes me califican de epígono" (es decir, continuador, un seguidor de menor valía de quien se sigue). La posteridad le ha dado la razón, lamentablemente. De su enorme catálogo, que alcanza 288 números de opus, son escasas las obras que integran hoy con propiedad el repertorio estándar. Su Concierto para flauta y orquesta es una de aquellas valiosas excepciones.

Carl Heinrich Reinecke (1824 - 1910)
Nacido en Altonia, Alemania, en 1824, el compositor mostró talento a temprana edad. De adolescente, fue un competente violinista de orquesta, y antes de los veinte años ya realizaba giras por el norte de Alemania como diestro pianista. No alcanzó a ser reputado como gran virtuoso pero Franz Liszt lo tuvo en alta estima al punto de hacerlo maestro de su hija Cósima (futura mujer de Richard Wagner).
En 1860 fue designado director de la célebre orquesta Gewandhaus de Leipzig y poco después daba clases de composición en el Conservatorio, donde permaneció hasta 1902. En sus últimos años abandonó las presentaciones en público pero siguió componiendo hasta el fin de sus días.

Su vasto catálogo incluye seis óperas y operetas, tres sinfonías, numerosas oberturas y abundante música de cámara. También escribió cuatro conciertos para piano (uno menos que Beethoven), así como conciertos para violín, cello, arpa y flauta. De estos últimos, los conciertos para flauta y arpa, se ha dicho que se ubican entre lo mejor que compuso. Y del Concierto para flauta en Re mayor, un estudioso ha señalado que constituye "una importante contribución al género".

Concierto para flauta y orquesta, en Re menor, opus 283
Escrito en 1908, apenas dos años antes de su muerte, es el último de sus trabajos en el género concierto para solista y orquesta. Dispuesto en los habituales tres movimientos, sus poco más de 20 minutos apelan a una orquesta antes "clásica" que "romántica", en el sentido de que, en ausencia de momentos de gran exaltación, se puede prescindir, por ejemplo, de los trombones, o de la tuba.
Como remarcan los estudiosos, en línea con su apasionada reverencia por los clásicos, Carl Reinecke construyó una música fluida, decorosa, elegante, y escrupulosamente elaborada.

Movimientos
00:00  Allegro molto moderato
09:30  Lento e mesto
16:00  Moderato

La versión es del joven artista nacido en Génova, Sébastian Jacot.



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lunes, 27 de agosto de 2018

A. Bruckner: Sinfonía No 4, "Romántica" - Finale


Un compositor "campechano"
Anton Bruckner fue un compositor bastante curioso. Un organista de primera, se transformó en un escrupuloso compositor pasados los 37 años, una avanzada edad si recordamos que Mozart murió a los 35. Cumplidos los treinta, consciente de sus debilidades en armonía y contrapunto, decidió tomar un curso por correspondencia con un renombrado pedagogo (el pedagogo en Viena, Bruckner en Linz). Seis años después, repitió el procedimiento para afinar sus conocimientos en orquestación.
Como resultado de este aprendizaje a distancia, a los cuarenta años ya gozaba de un nombre y pudo tomar el cargo de profesor de teoría musical en el Conservatorio de Viena. Lo que no había cambiado era su espíritu sencillo, campechano, y "de poco mundo". Previo al estreno de la Cuarta Sinfonía en 1880, luego de un alentador ensayo, puso unas monedas en la mano del director, el muy aristocrático Hans Richter, invitándolo a que celebrara con una cerveza.


Nacido en Ansfelden, Austria, en 1824, el mayor de once hijos de un maestro de escuela y organista, Anton Bruckner es autor de misas, motetes, obras corales y las nueve sinfonías por las que es mayormente conocido, obras monumentales, rigurosas, de elaborada escritura contrapuntística, según apuntan los estudiosos. En 1865, el autor asistió al estreno de Tristán e Isolda, experiencia que lo transformó en un ferviente admirador de Wagner, hasta el fin de sus días. Sin embargo, la influencia, o el componente "wagneriano" de su obra posterior, es aún materia de debate.

Anton Bruckner (1824 - 1896)
Un ferviente católico
Bruckner nunca se casó, pero la orientación católica, apostólica  y romana de su espíritu religioso no fue obstáculo para que desarrollara el curioso hábito de proponer matrimonio a muchachas en flor que luego lo rechazaban, provocando en él una inexplicable molestia. Con el paso de los años su impericia en la seducción aumentó, en paralelo con otras "excentricidades" que asombraban a sus conocidos y que hoy entendemos como comportamientos obsesivo-compulsivos. A raíz de una crisis, en 1867 debió ingresar a un sanatorio donde permaneció por tres meses.
Pero vivió treinta años más. El maestro murió en Viena, en octubre de 1896, con su Novena Sinfonía acabada en sus tres primeros movimientos.

Sinfonía No 4 en Mi bemol mayor, "Romántica" -  Mov 4

Es la única de sus sinfonías a la que el autor dio título, el que debe entenderse en el sentido que apunta a un "romance" medieval, como pueden serlo Lohengrin, o Siegfried, de Wagner.
Numerosas son las versiones que existen. La versión original es de 1874 pero nunca fue interpretada ni publicada en vida del maestro. A partir de esa fecha, Bruckner la revisó una y otra vez, hasta las últimas modificaciones de 1887. No fue ajeno a tal ajetreo la opinión de un par de alumnos que sostenían la necesidad de hacer más "amigable" con el auditor la música del maestro.

La obra cuenta con cuatro movimientos y extensión total de una hora, poco más o menos.
Por ello, se presenta aquí la coda del último movimiento, Finale, en su versión de 1880, y marcado por el autor como Bewegt, doch nicht zu schnell, algo así como "movido, pero no demasiado", y que se ha convertido en uno de los finales sinfónicos más logrados.

El maestro rumano, Sergiu Celibidache, dirige la Münchner Philharmoniker, 1983


sábado, 25 de agosto de 2018

Chopin: Gran Rondó a la Krakoviana


Cuando Chopin arribó a París en 1831 tenía veintiún años y ya había compuesto seis obras para piano y orquesta, todas ellas imaginadas y escritas en Varsovia, naturalmente. Pero después de ello no volverá a incursionar en el género nunca más. Antecediendo a los dos Conciertos para piano y casi simultáneo con las Variaciones Lá ci darem... el Rondó a la krakoviana, escrito a los 18 años, es el tercero de aquellos esfuerzos. Su título deriva de una danza popular polaca con orígenes en el Renacimiento que poco a poco había ido accediendo a los salones de baile, para sumarse a la mazurca y la polonesa, que habían experimentado un peregrinaje similar.


Hoy, curiosamente, la obra accede con dificultad a los escenarios, pero en su tiempo fue saludada con entusiasmo por público y crítica. Se la escuchó por primera vez en Viena, durante el segundo concierto que Chopin dio allí en 1829. Según cuenta el maestro a su familia, en el primer concierto pensó en culminar su presentación con el Rondó pero los ensayos habían sido tan desastrosos que sobre la marcha decidió dejarlo para otra ocasión. Oportunidad que no se hizo esperar. Semanas más tarde, el maestro de diecinueve años se presentaba por segunda vez en Viena.

La orquesta supo acompañar esta vez. Ejecutado en medio de arias diversas y oberturas, como era la costumbre, el Rondó fue recibido calurosamente. "Pianista notable, lleno de delicadeza y sentimiento"; "composición, técnica, interpretación... el artista tiene merecido su éxito"; "rondó rico en ideas musicales...", se lee en las publicaciones vienesas. El redactor del Allgemeine Musikalische Zeitung no se queda atrás, y pone por las nubes a este "verdadero artista que, sin publicidad previa, asciende en el horizonte de la música como un nuevo meteoro, y deslumbrante".

A todo esto, los varsovianos no habían escuchado el Rondó. Debieron esperar hasta marzo del año siguiente, para el segundo de los conciertos de despedida antes de abandonar Varsovia. El reportero del Correo de Varsovia anotó: "Ayer asistieron otra vez 900 personas. El virtuoso fue saludado con tumultuosos aplausos, una y otra vez, especialmente después de la entrega del Rondó a la cracoviana". En siete meses más, "el virtuoso" abandonará Varsovia, para no regresar nunca más.

Gran Rondó de Concierto a la krakowiak, en Fa mayor, opus 14
Con extensión de poco más de quince minutos, la obra abre con una introducción lenta, algo exótica, del piano, es el Andantino, quasi allegretto, apoyada por el corno y las cuerdas, discretamente. A ella sigue la sección principal, que no es otra que el rondó propiamente tal, marcado Allegro non troppo.
En su mayor parte, el papel de la orquesta es de acompañamiento, aunque no le falta vigor en los pasajes tutti. Es el estilo galante, donde debe resaltar el instrumentista con todo su virtuosismo.

Dedicada a la princesa Anna Czartoryska, esposa de un reconocido diplomático polaco, la obra fue publicada en Leipzig en 1834.

La versión es del pianista Nelson Goerner, en un Erard de 1849, acompañado por la agrupación neerlandesa "Orquesta del Siglo XVIII", bajo la dirección de Frans Brüggen.


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jueves, 23 de agosto de 2018

Beethoven: "Variaciones Diabelli"


Nacido cerca de Salzburgo, en 1781, Anton Diabelli fue un músico de creatividad limitada pero poseedor de grandes habilidades como empresario. De joven también siguió estudios eclesiásticos que no llevó a término debido a circunstancias inmanejables, como puede serlo que Napoleón haya entregado al Estado los monasterios donde pretendía instruirse. Así fue como en 1803 se instaló en Viena con el propósito de seguir una carrera en música, pues ya había compuesto, después de todo, media docena de misas. En la capital del imperio enseñó piano y guitarra, y compuso piezas sencillas para deleite de la burguesía naciente, pero su principal fuente de ingresos fue su trabajo como copista y corrector de pruebas para casas editoras locales.


En 1817 ya había montado su propia compañía, y al año siguiente se asoció con Pietro Cappi, un conocido comerciante en arte y grabador. La lozana firma Capri & Diabelli hizo su primera publicación en diciembre de 1818; al poco tiempo era conocida como proveedora de danzas populares y arreglos de trozos de ópera para el mercado amateur. A fin de equilibrar el catálogo y alcanzar un mercado más amplio, en 1819 Diabelli comenzó a remitir a los más destacados compositores austriacos un vals de su autoría para que en base a él idearan una variación. La compilación se publicaría en beneficio de las familias de los soldados caídos en las guerras recientes.

Anton Diabelli (1781 - 1858)
Para 1823, cincuenta compositores habían enviado al editor su contribución. Entre ellos, y por nombrar a unos pocos, se cuenta a Schubert, Moscheles, Kalkbrenner, Hummel, Czerny (incluso el pupilo de este último, Liszt, de once años, gracias a los buenos oficios de su maestro). Una variación por compositor, a excepción de Beethoven que envió treinta y tres.
Por la época en que recibió el vals, Beethoven trabajaba de lleno en la composición de la Missa Solemnis... y no se interesó mayormente. Pero al cabo de un tiempo la idea de un trabajo enciclopédico en la técnica de las variaciones despertó su entusiasmo. Terminada la Misa en 1822, completó el formidable conjunto de variaciones y las envió a Diabelli, que las publicó como el Opus 120 del maestro, conformando también el primer volumen de la compilación a beneficio. Los restantes cincuenta autores fueron agrupados en el volumen II.

El vals de Diabelli
Inicialmente, Beethoven no solo desaprobó la pieza sino que la calificó de ser tan musical como un "remiendo de zapatero". Para algunos estudiosos, la calificación parece adecuada si se observa su estructura de "secuencias musicales repetidas una tras otra, cada vez moduladas a intervalos similares". Esto es indudablemente cierto, pero las opiniones sobre el valor musical de esta secuencia varían en un amplio rango. Para los más benevolentes, estamos ante una pieza saludable, graciosa, desprovista de toda afectación o sentimentalismo. En el otro extremo, no hay aquí sino banalidad, un "vals de cervecería"...
Nada mejor que formarnos nuestra propia opinión. El pianista estadounidense Neal O'Doan nos brinda generosamente esa posibilidad.




33 variaciones sobre un vals de Diabelli, en Do mayor, opus 120
Acá, en cambio, no hay dos opiniones. Los expertos coinciden, con entusiasmo, en la grandiosidad de la obra. "Un microcosmos del genio de Beethoven", la llamó Hans von Büllow. Otro ve en ella una mezcla de "serenidad celestial, pasión salvaje y noble majestad". No ha estado ausente tampoco la comparación con las Variaciones Goldberg, por su grandeza, profundidad y calibre estilístico y emocional.
Sin embargo, para el oyente común, esta maestría tan inspirada ha resultado de difícil asimilación. Su gran extensión requiere de una concentración extrema mantenida en el tiempo, de ahí que editores y aun intérpretes hayan intentado un reacomodo o manipulación de la obra a fin de hacerla más "liviana" al oído. Pero tal levedad solo conseguiría debilitar una obra maestra que, de cualquier modo, es el resultado de un enorme esfuerzo del intelecto, vista y considerada la extrema sencillez del tema original.

Publicada en Viena en 1823 por Capri & Diabelli, la obra lleva dedicatoria a Antonie Brentano, señalada alguna vez como una de las probables "Amada Inmortal" de una época anterior en la vida del maestro. La obra completa dura aproximadamente una hora.

La versión es del joven maestro mexicano Gavin Arturo Gamboa.


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lunes, 20 de agosto de 2018

Saint-Saëns: Bacanal, de "Sansón y Dalila"


Camille Saint-Saëns, compositor, pianista, organista, inspirado maestro y promotor de la música de sus contemporáneos, fue además un avezado viajero y talentoso escritor. Por si fuera poco, a todo ello sumó una celosa dedicación a disciplinas varias como la astronomía, la arqueología, la filosofía e incluso las ciencias ocultas. Sin embargo, cuando en 1867, en la treintena, presentó ante un reducido grupo de oyentes el proyecto para su segunda ópera (la primera, por entonces todavía sin estrenar), la pequeña audiencia se negó a creer que el maestro pudiera llevar a las tablas con éxito un asunto de carácter abiertamente bíblico.


La obra del disenso, Sansón y Dalila, ópera en tres actos, está efectivamente basada en un episodio del Antiguo Testamento, concretamente en los capítulos 13 a 16 del Libro de los Jueces, que narra la historia de un conficto entre hebreos y filisteos, que tiene lugar en Gaza, ni más ni menos.
La idea original de Saint-Saëns era la creación de un oratorio. Fue su libretista, muy ocasional por cierto (el joven esposo de "una pariente mía", que escribía versos) quien le convenció de su potencial teatral.

Pero la idea debió esperar, hasta 1875, cuando el maestro presentó el Acto Primero en un concierto que no entusiasmó a nadie. Franz Liszt, ferviente admirador del proyecto, le declaró su público apoyo, y Saint-Saëns logró finalmente terminarlo en 1876. Gracias a los buenos oficios del maestro húngaro, la obra completa pudo ser estrenada en Weimar al año siguiente. Pero hasta ese momento, los parisinos permanecían fríos y distantes. No fue sino hasta 1892 que la Ópera de París montó el espectáculo completo, que poco a poco se ganó su público, hasta convertirse en la ópera más longeva de las trece que compuso el maestro.

La Bacanal
La descocada celebración con origen en las fiestas en honor del dios Baco (o Dionisio) se ubica al comienzo del Acto Tercero. En el templo, los filisteos preparan una celebración en gratitud por el apresamiento del líder hebreo, que no es otro que Sansón, a quien la sensual Dalila ha cortado el cabello, la fuente de su poder. Los filisteos se entregan a una frenética danza, ignorantes de que a Sansón le está creciendo nuevamente el cabello, con lo que recobrará su poder dentro de poco, para finalmente destruir el templo con sus brazos. Pero mientras tanto, los filisteos celebran, y danzan.
Sinuosas líneas melódicas de carácter "oriental", o "exóticas", acompañadas por una exuberante percusión, conducen la danza, de poco menos de siete minutos de duración.

La versión es de la Orquesta Sinfónica Juvenil de Caracas, bajo la dirección de Dietrich Paredes.



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sábado, 18 de agosto de 2018

Brahms: Obertura Trágica, opus 81


En los parajes de Austria "las melodías surgen por doquier y hay que poner cuidado de no pisarlas al caminar" anotó alguna vez Johannes Brahms. Debe ser cierto, porque gran parte de sus mejores obras las compuso durante sus vacaciones de verano, en los Alpes austriacos o en los bosques alrededor de Viena. El verano de 1880 lo pasó en Bad Ischl, un balneario de moda de la época adonde la élite musical e intelectual vienesa arrancaba para escapar del mundanal ruido –el de la época, por cierto–, aprovechando, a la vez, de codearse con la nobleza.


Pero ese verano el clima no acompañó a Johannes, que para entonces se acercaba a los cincuenta años. Fue un verano especialmente frío y lluvioso. Una infección a los oídos empeoró las cosas. Temeroso de quedarse sordo, como Beethoven, el compositor arrancó unos días a Viena, para visitar a un especialista en oídos, logrando recuperarse totalmente. A los pocos días, estaba de vuelta en Bad Ischl.
Pese a todos los imprevistos y distracciones, logró terminar allí la composición de sus dos únicas oberturas orquestales: la jovial Festival Académico, y la menos festiva pero tampoco fatal Obertura Trágica, pese a su título.

Todavía hoy los estudiosos no se ponen de acuerdo sobre la tragedia –personal o extraída de la literatura– que habría llevado al compositor a titular la obra de ese modo. En carta a su editor, Brahms sugiere las palabras "dramática" o "trágica", o "tragedia", pero agrega que ninguno de esos calificativos lo satisface. Parece una cuestión de mercadeo. Más aún, se sabe que el propio compositor señaló más de una vez que la obra no tenía conexión con ningún tipo de tragedia. Sería el fin de la historia, pero con Brahms nunca se sabe si habla en serio o en broma. Hagamos fe en él, esta vez.

Volviendo a Bad Ischl, el balneario testigo de su creación, agreguemos que Brahms volvió a él en dos oportunidades más, en los veranos de 1882 y 1889. Fue en este último año cuando una hija de Johann Strauss II se le acercó pidiéndole que firmara su abanico. Brahms garrapateó en él los primeros compases del vals Danubio Azul, agregando las palabras: "Desafortunadamente, no por su servidor, Johannes Brahms".

Obertura Trágica, en Re menor, opus 81
Con poco más de 13 minutos de duración, fue estrenada en el Musikverein de Viena el 26 de diciembre de 1880, con Hans Richter dirigiendo la Filarmónica de Viena.

La versión es de la Royal Concertgebouw Orchestra, dirigida por el maestro italiano Daniele Gatti.


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jueves, 16 de agosto de 2018

Mozart: Concierto para piano No 22


Cuando Wolfgang Amadeus Mozart se instaló en Viena en 1781, ya había escrito seis conciertos para piano, además de un manojo de arreglos para piano y orquesta derivados de movimientos de otros compositores. De modo que su intención de hacerse allí un nombre como pianista y compositor no ofrecía mayores dificultades. Pero al año siguiente, casará con Constanza, y formará una familia.
Este nuevo Mozart proveedor, de veinticinco años, tendrá que alimentar esposa e hijos. De modo que al tiempo que veía crecer su reconocimiento como intérprete, la producción de conciertos, vendidos por suscripción, tuvo que aumentar sustancialmente.


Durante la temporada 1782-83 compuso tres conciertos para piano y orquesta. Al año siguiente, 1784, la demanda del público lo llevó a escribir ni más ni menos que seis, el punto más alto en su producción para el formato. En 1785 y 1786 pudo todavía escribir tres cada año. Pero después, Mozart dejó de ser el artista del año. En 1787 no escribió ninguno, y solo uno en 1788. Y ahí se detuvo, hasta un último logro a principios de 1791, el año de su muerte. Esta sencilla estadística puede parecer trivial pero creemos que resume de algún modo la trayectoria de Mozart en Viena como pianista.

Concierto No 22 en Mi bemol mayor, KV 482
El catálogo personal de Mozart (su singular "Catálogo de todas mis obras") señala el 16 de diciembre de 1785 como la fecha de término de la obra, escrita en simultaneidad con Las Bodas de Fígaro (que tendrá su estreno en mayo del año siguiente). Es el último de los tres conciertos escritos ese año. Le preceden el Concierto No 20 en Re menor y el Concierto No 21 en Do mayor, dos de sus más brillantes trabajos en el género, solicitados e interpretados con tal frecuencia que el No 22 se ha visto en los hechos, injustamente opacado. Quizá sin darse cuenta, el mismo Mozart dejó la vara muy alta para sí mismo, aunque en opinión de un estudioso "de todos sus conciertos, éste es el más grande".

Movimientos:
00:00  Allegro
13:03  Andante
21:49  Allegro

Si bien es difícil expresar una preferencia por un movimiento u otro, el Andante parece haber tocado las fibras del público en su primera audición, pues se cuenta que fue bisado. Esta primera audición habría ocurrido el 23 de diciembre de 1785. Curiosamente para nuestros días, se interpretó durante los entreactos de un oratorio de Carl von Dittersdorf, compositor austriaco.

La versión es del maestro austriaco Rudolf Buchbinder, que aquí oficia de pianista y conductor, con la Filarmónica de Viena.


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martes, 14 de agosto de 2018

Arcangelo Corelli: Concerto grosso op 6 - 4


En tiempos de Arcangelo Corelli, la vida de un músico independiente en Roma era sin duda precaria. La actividad musical, en gran parte privada, estaba reducida a aquella que los patrones ricos pudieran financiar. Pero Corelli resultó ser un hombre de buena estrella. Desde que emergió en Bolonia a los diecisiete años, el autor permaneció siempre al amparo de mecenas adinerados e influyentes. Dos cardenales y una reina (Cristina de Suecia) velaron por él una vida entera, solicitando su música que, además, premiaban generosamente.

A. Corelli (1653 - 1713)
El bienaventurado compositor italiano es uno de aquellos autores cuya obra, no muy voluminosa, pudo sin embargo alcanzar gran significación e influencia en la historia de la música. A lo largo de su exitosa carrera publicó cuatro colecciones de sonatas a trio y una colección de sonatas para violín y bajo. En 1714, a un año de su muerte, un editor de Amsterdam, célebre por publicar a Haendel bajo cuerda, logró rescatar una colección de doce conciertos algunos de los cuales reconstituyó sobre la base de movimientos escritos por Corelli en el pasado reciente o lejano. Son sus célebres concerti grossi del Opus 6.

Se suponen compuestos a partir de 1708, luego que el compositor, a sus 55 años, decidiera abandonar las presentaciones en público. Son obras escritas para un reducido número de instrumentos "solistas" a los que "acompaña" un conjunto mucho mayor. Es el concerto grosso del barroco. El grupo pequeño recibe el nombre de concertino y el grupo mayor, el de ripieno, o tutti. El concertino de los once primeros conciertos de la serie está formado por dos violines y un violoncello. El último de la serie exhibe como concertino un violín en solitario, presagiando el futuro concierto "clásico".

Concierto No 4 en Re mayor, Op 6
De los doce conciertos del Opus 6, los primeros ocho se reconocen como concerti da chiesa (o de iglesia). Los restantes son concerti da camera. La distinción reside, siguiendo la tradición de la sonata da chiesa o da camera, en el número de movimientos que exhiben, generalmente mayor en los concerti da chiesa (cuatro o seis). En este caso, son cuatro, en secuencia alternada lento-rápido.

Movimientos:
00:00  Adagio – allegro
03:31  Adagio
05:08  Vivace
06:12  Allegro – giga: presto

La versión es de la agrupación de música antigua Voices of Music, con instrumentos de la época.


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viernes, 10 de agosto de 2018

Moszkowski: Piano concerto No 2 - Mov I


Moritz Moszkowski, compositor alemán nacido en tierras polacas en la justa mitad del siglo XIX escribió de todo: óperas, ballet, música de cámara, suites orquestales y conciertos para piano y violín, amén de una extensa obra para piano solo. Gran parte de su trabajo, sin embargo, se encuentra hoy en el olvido, ausente del repertorio "tradicional", con excepción de sus miniaturas para piano, de las cuales la popular pieza Etincelles se lleva las palmas, aunque más no sea para dar cierre a una presentación, en plan de bis, o encore.

Moritz Moszkowski, c. 1880
(1853 - 1925)
Convertido en un exitoso pianista a los 30 años, solicitado por las audiencias de toda Europa, Moskowski incursionará en la composición de obras de gran calado. Tres conciertos para piano y orquesta nacerán de su inventiva, el más reconocido de ellos el Concierto No 2, compuesto casi al terminar el siglo, en 1898. Para la época, el autor ha acumulado una considerable fortuna con sus presentaciones y la publicación de sus piezas para piano de salón (las miniaturas entre ellas). Reside en París, o Berlín, es profesor de ambos Conservatorios y va sumando reconocimientos académicos. Incluso en la vida personal, todo va también de maravillas. Lleva un año felizmente casado con Henriette, hermana de la compositora Cécile Chaminade.

No obstante, al final de su vida, todo cambiará, y para mal. Moszkowski no sabrá acomodarse a los tiempos y su música perderá encanto, y sus presentaciones escasearán. En 1910 Henriette lo abandonará por su mejor amigo. Desafortunadas inversiones de su fortuna lo llevarán a la ruina. Moszkowski morirá en la pobreza, en 1925, en París.

Concierto para piano y orquesta No 2, en Mi mayor, op 59
De sus tres conciertos para piano, es prácticamente el único que todavía hoy soporta grabaciones. Es, claramente, su más ambiciosa obra para piano y orquesta. Y un logro no menor en la escritura para el género, quizá el último concierto romántico. No es de extrañar que en los primeros años del siglo XX gozara de cierta popularidad en las salas de concierto europeas, aunque luego de la Primera Guerra todo ello comenzó a desvanecerse. Ya no había lugar para romanticismos.

Dedicada a uno de sus alumnos brillantes, el virtuoso polaco Josef Hofmann, la obra está estructurada en cuatro movimientos (Moderato / Andante / Scherzo - vivace / Allegro deciso), con duración cercana a los 40 minutos.

Se presenta aquí el Primer Movimiento, en versión del maestro italiano Pasquale Iannone acompañado de la Nordwestdeutsche Philharmonie conducida por el director belga Ivan Meylemans.
(Obra completa: https://youtu.be/eh3l8I-JT4Q)



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miércoles, 1 de agosto de 2018

Vivaldi: Concierto "alla rustica"


La palabra "concierto" (en italiano, concerto, derivado del latín concertare, o contender, es decir, luchar, u oponerse) se usó en música desde mediados del siglo XVI para indicar una pieza en la que coincidían voces e instrumentos que contrastaban entre sí por su timbre o sonoridad. Desde entonces, el término (como casi todo término musical) tuvo significados cambiantes al punto de que los mismos compositores los utilizaron de manera ambigua. Tres siglos tuvieron que pasar para llegar al concierto de nuestros días, claramente descrito como obra musical para orquesta liderado por un instrumento solista, si bien, bueno qué le vamos a hacer, también pueden ser dos o tres.


Pero en la primera mitad del siglo XVIII las cosas eran distintas. Así, por ejemplo, la gigantesca obra de Antonio Vivaldi contempla un grupo de algo más de 60 obras denominadas concerti a quatro, también llamadas "sinfonías". Se trata, ni más ni menos, del concierto sin solista, escrito para cuatro grupos de instrumentos: dos violines, viola, cembalo y orquesta de cuerdas. Según los estudiosos, constituyen los antecedentes de la sinfonía del periodo clásico. Escritos en estilo contrapuntístico, muestran lo que la orquesta puede hacer cuando no está subordinada a un solista.

De los sesenta "conciertos" sin solista, tres de ellos llevan título: el Concierto en Re menor, denominado "Madrigalesco", el Concerto en Si bemol mayor llamado "Conca" y el Concierto en Sol mayor conocido como "Concerto alla rustica", RV 151 (RV: Ryom Verzeichnis, Catálogo Ryom). Este último es una sofisticada pieza del barroco tardío, donde las características ya anotadas, pese a su inusual brevedad que apenas sobrepasa los cuatro minutos, se expresan de manera brillante.

Concerto alla rustica, en Sol mayor
El título, siempre según los estudiosos, parodia de algún modo a los dilettanti di campagna de la época, es decir, a los músicos no profesionales, dei rusticci, que por fortuna abundaban en la Venecia de la era de Vivaldi.
Compuesto probablemente en la década de 1720 (Vivaldi en sus cuarenta años, uno de los periodos más fructíferos y exitosos del prete rosso), está, como era de esperarse, estructurado en tres movimientos:

00:00  Presto
01:40  Adagio
02:45  Allegro

La versión es de la agrupación San Francisco Conservatory of Music Baroque Ensemble.


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