viernes, 29 de diciembre de 2017

Ginastera: Malambo, de la suite "Estancia"


Alberto Ginastera tenía tan solo veinticuatro años cuando le fue solicitada la composición de un ballet que reflejara los diversos aspectos de la vida campestre en Argentina. El encargo provenía de una conocida troupe estadounidense, el American Ballet Caravan, que veía en Ginastera el compositor indicado para construir una obra capaz de combinar la música folklórica sudamericana con los elementos más rigurosos de la tradición europea clásica.
Por cierto, Ginastera se movía en ese escenario como pez en el agua –en 1940 era uno de los talentos más destacados de la música latinoamericana de concierto.


Estancia, ballet en un acto y cinco escenas, debía estrenarse en 1942. El compositor cumplió a tiempo con el encargo pero, lamentablemente, la compañía de ballet se disolvió poco después. De modo que la obra permaneció en el limbo por un buen tiempo, y su estreno no se produjo sino hasta 1952. Sin embargo, nueve años antes, en 1943, el Teatro Colón de Buenos Aires tuvo el privilegio de presentar por primera vez una suite para orquesta formada por cuatro danzas que Ginastera, prudentemente, había extraído de la partitura, antes de que el ballet estuviera completamente terminado.

Alberto Ginastera (1916 - 1983)
La Suite de concierto así formada adquirió vida propia al punto de que hoy es más popular que el ballet que le dio origen. En las cuatro danzas, Ginastera logró una combinación perfecta de los rasgos propios de las formas tradicionales argentinas y las armonías no tradicionales. Y no descuidó los títulos, claramente nativos, nombrando cada pieza de manera sencilla y nada glamorosa: 1. Los trabajadores agrícolas –2. Danza del trigo – 3. Los peones de hacienda – 4. Danza final.

El malambo
La más saludada de las cuatro piezas es la danza final: un malambo, viril, vistosa y llamativa danza de los gauchos argentinos en ritmo de seis octavos, convertida hoy en una de las obras más populares del autor.

Se presenta aquí el malambo en dos versiones, orquestal y para piano solo.

Gustavo Dudamel y la Orquesta Sinfónica Juvenil Simón Bolívar. La breve danza dura tres minutos con 22 segundos. El resto son enfervorizados aplausos y vítores del público londinense.



Versión para piano solo – Alberto Bohbouth.


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miércoles, 20 de diciembre de 2017

L. Lieberman: "Gargoyles", para piano


Amante del arte y la arquitectura europeas, el autor estadounidense Lowell Lieberman es uno de tantos espectadores que han caído embelesados ante la belleza fantástica de las gárgolas, aquellas fabulosas representaciones de aspecto monstruoso (o esperpéntico, si la palabra existe) que adornan las iglesias y catedrales del mundo occidental. Dispuestas allí en principio para ahuyentar a los malos espíritus, hoy nos hechizan y quizá nos dejen algo perplejos... A Lieberman le inspiraron una breve suite para piano.


"Gargoyles" se llamó el colorido conjunto de cuatro piezas para piano con que el promisorio autor respondió en 1989 a una solicitud de la Tcherepnin Society de Nueva York.
Lieberman, nacido en 1961, y con estudios en la Juilliard School of Music, pertenece a una camada de compositores americanos contemporáneos que se han sentido muy cómodos dejando atrás el dodecafonismo para redescubrir la perenne vitalidad de la familiar y siempre recurrente tonalidad.

Lowell Lieberman (n. 1961)
Una vasta obra
Su obra para piano más popular es Gargoyles, pero Lieberman es autor de un interesante número de conciertos para instrumentos solistas y orquesta. Ha escrito para clarinete, flauta, piano, trompeta y violín. También es autor de dos sinfonías, dos óperas, y cómo no, al más puro estilo del s. XIX, de una Rapsodia sobre un tema de Paganini. A ello se suman aclamadas sonatas para flauta, piano, cello y guitarra.
El autor vive en Nueva York, es profesor de composición y director y fundador de la agrupación Mannes American Composers Ensemble, que se especializa en la difusión de compositores estadounidenses contemporáneos.

Gargoyles para piano, opus 29
Estrenada en octubre de 1989 en Nueva York, el conjunto o pequeña suite de cuatro movimientos no pretende ilustrar una que otra gárgola concreta que haya impresionado particularmente al autor. Aún así, el espíritu de la obra es por momentos claramente fantástico o misterioso, incluso atemorizante, a ratos. Son sus movimientos:
0:00  Presto
2:00  Adagio semplice, ma con molto rubato (el trozo romántico... aún vigente)
4:24  Allegro moderato
6:45  Presto feroce

La versión es de la brillante pianista china Yuja Wang.



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martes, 12 de diciembre de 2017

JS Bach: Suite Orquestal No 2


El catálogo completo de las obras de Johann Sebastian Bach abarca un total de 1128 piezas. Al menos ese número es lo que registra el reconocido catálogo que con las siglas BWV acompaña la mención de cada una de sus obras. Sabemos que, salvo la ópera, el maestro alemán se prodigó en todos los géneros. Por ello, llama la atención que en un género como la suite orquestal, muy de moda para la época, Bach haya escrito tan solo cuatro piezas en toda su vida. Tan de moda estaba la suite que Telemann, el más famoso compositor de su tiempo en Alemania, escribió al menos 130.


Con origen en las breves piezas con que Jean-Baptiste Lully acostumbró prologar sus óperas y ballets, la suite, también llamada obertura, estaba conformada por una sucesión de danzas de nombre francés que venían a continuación de la obertura propiamente tal. Como ya se ha dicho, su popularidad era alta, resultado del furor que provocaba la cultura y música francesas en Alemania y otros países europeos durante los siglos XVI y XVII –un modo simple y austero de imitar el glamour de la corte francesa.

Música "ligera"
Desde luego, es música que puede calificarse de "light", o ligera, por la que Bach no se sentía especialmente inclinado, y de ahí su exigua producción. Las suites conformaban el lado ameno de la música pura, la forma con la que la nobleza se entretenía y pasaba un buen rato. El maestro, por su parte, prefería escribir música eclesiástica, o música que al menos incluyera el desafío de plasmar en ella una retadora fuga.

Suite Orquestal No 2, en Si menor, BWV 1067
La instrumentación de las suites variaba mucho en dependencia de la agrupación musical (los Collegium Musicum) a las que Bach podía tener acceso. La Suite No 2 fue escrita probablemente en Leipzig, alrededor de 1720, y ahí el maestro pudo contar con la participación de una flauta travesera a la que encomendó una breve sección fugada en la obertura.
A la obertura le sigue un rondó, y luego las mentadas secciones de nombre francés aunque su origen puede ser diverso. La polonaise, por cierto, es de origen polaco, y la sarabande, española o más bien del Nuevo Mundo.
La obra cierra con una badinerie, juguetona y alegre, especialmente indicada para el lucimiento del flautista. Junto al "aria" de la Suite No 3, es uno de los trozos más célebres de Bach y el movimiento al que la obra debe su popularidad.

Movimientos o Secciones:
00:00  Overture
06:38  Rondeau
08:15  Sarabande
11:04  Bourrée (1 y 2)
12:50  Polonaise
14:05  Double
16:03  Menuet
17:09  Badinerie

La versión es de la agrupación alemana Berlin Baroque Soloists. Flauta solista: Emmanuel Pahud.


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martes, 5 de diciembre de 2017

Paganini: Capricho No 24 en La menor


Los 24 Caprichos para violín solo, obra de la superestrella del siglo XIX Niccolo Paganini, constituyen la cumbre del desarrollo de la técnica del violín y conforman uno de los más grandes tratados de música en toda la historia del instrumento. Su impacto llegó incluso más allá del violín, inspirando a Chopin y Liszt, por ejemplo, para la ideación de sus respectivos Estudios para piano. Más todavía, las hazañas técnicas que Niccolo prodigaba en sus presentaciones motivaron en buena medida a Franz Liszt para replicar en el piano lo que el maestro italiano hacía con el violín.

Las veinticuatro piezas fueron compuestas durante un largo periodo, entre 1802 y 1817, y finalmente publicadas en conjunto en 1820. El maestro tiene cuarenta y ocho años. No obstante su aspecto algo cadavérico, vive la mejor etapa de su vida. Paganini es rico y célebre. También es generoso y dirige la dedicatoria de 1820 a "gli musici", a los músicos, a todos.
Tampoco le falta humor; años más tarde, pensando quizá en una edición posterior, escribe sobre los originales una nota dedicando cada Capricho a 23 colegas compositores, entre los que se cuentan Liszt, Vieuxtemps, Spohr, Thalberg, Kreutzer. El Capricho No 24 lo ha reservado para sí mismo, anotando después de su nombre: "lamentablemente sepultado".

Capricho No 24 en La menor
Es precisamente el Capricho No 24 el que concitó la atención de público y autores de la época (también de nuestros días), quienes, inspirados en la pieza elaboraron un número considerable de arreglos y variaciones para diversos instrumentos y conjuntos instrumentales. De aquellos surgidos en el siglo XIX, anotemos: Rapsodia sobre un tema de Paganini de Rachmaninof, Estudios sobre Paganini, de Liszt, también los de Schumann, las Variaciones sobre un tema de Paganini de Brahms. Sigue un largo etcétera, concebido por autores de menor renombre. En nuestros días, señalemos el arreglo jazzy de Benny Goodman.

Tema y variaciones
Marcada quasi presto, la pieza no alcanza a durar cinco minutos. No obstante su brevedad, está construida a la manera de tema y variaciones, exactamente once variaciones, más un finale. Una amplia variedad de técnicas avanzadas, altamente exigentes, están presentes: rapidísimas escalas y arpegios, trinos dobles y triples, pizzicato de la mano izquierda, octavas paralelas y décimas, rápidos saltos y cruce de cuerdas... Nada parece quedar fuera del alcance del violinista que tenía pacto con el diablo.

La versión es del maestro ruso Maxim Vengerov. Brillante interpretación, aunque hay que lamentar las libertades que se tomó el camarógrafo o el editor. Demasiadas. Un comentarista en Youtube se pregunta si no habrán estado bebidos.


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viernes, 1 de diciembre de 2017

Chopin: Mazurka op 7 No 1


En la obra completa de Chopin, las mazurkas ocupan un lugar privilegiado. A lo largo de su vida, el músico polaco escribió un total de 57 mazurkas, la primera de ellas a los catorce años. Pero solo publicó 47. Las otras diez, consideradas por su autor no dignas de publicación, fueron dadas a conocer por su amigo y colega Julian Fontana en 1858, siete años después de la muerte del compositor. Una cantidad impresionante, sin duda. Si bien gran parte de ellas no supera los cuatro minutos de duración, en conjunto constituyen lo más refinado que escribió Chopin, lo más personal y quizá lo más original.


Aunque con origen en el folklore polaco, las reminiscencias de temas populares que puedan vislumbrarse en las mazurkas de Chopin son escasas. Los temas los ha inventado él mismo, enteramente, conservando los patrones rítmicos y los acentos que, característicamente, van en los tiempos débiles del compás, ternario, sin excepción. A veces, los temas son muy simples pero el genio del polaco logra, siempre, imprimir en ellos un giro personal. Música polaca, sí, pero estilizada, parece haber sido el norte del maestro.

El opus 7
Cinco mazurkas conforman el opus 7, todas vivaces y alegres (porque también las hay serenas y reposadas, en el total de su obra), distinguiéndose por su sencilla brillantez la No 1 en Si bemol. Probablemente fueron compuestas en 1831, quizá en Stuttgart o tal vez ya antes, en Varsovia. La única certeza es que se publicaron en Leipzig, en 1832, no mucho después de que el maestro se hubiera instalado en París, una ciudad inquieta que todavía no se repone de los alzamientos de julio del año anterior. Allí pasará los siguientes dieciocho años de su vida.

Mazurka No 5, opus 7 No 1 en Si bemol mayor
Con apenas poco más de dos minutos de extensión, esta pequeña joya abre con una melodía de amplio rango que, iniciada en la "dominante", provoca la sensación de venir desde algún otro lugar, de ser la continuación de una pieza que ya había comenzado. La melodía se repite, con un persistente acento en el segundo tiempo de cada compás. Luego, una sección nueva aporta el necesario contraste (0:31). Este esquema, melodía principal y contraste (nuevo cada vez) es replicado tres veces, hasta su cierre, abrupto y sin adornos, como el maestro estimó que debía ser.

La versión es del pianista polaco Krzysztov Ksiazek, durante su participación en el Concurso Internacional Chopin de Varsovia, año 2015.


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