jueves, 4 de julio de 2013

Beethoven: concierto para piano N° 3


Con la considerable producción de 27 conciertos para piano, Mozart contribuyó, indudablemente, a que el concierto para piano y orquesta del siglo venidero –el diecinueve se convirtiera en una forma muy extendida en la práctica musical vienesa, y por ello parece extraño que los compositores establecidos en la capital austríaca que le siguieron disminuyeran grandemente la producción de conciertos, como Beethoven o, en el otro extremo, la omitieran por completo, como fue el caso de Schubert que, claro está, sólo vivió 31 años.

El nuevo carácter
Pero no por ello debe pensarse que la forma musical conocida como concierto para instrumento solista y orquesta haya perdido prestigio, o se considerara superada. Más bien al contrario, la escasa producción anotada es consecuencia de una mayor dedicación y concentración de los autores en la creación de piezas concertísticas, las que por lo mismo fueron adquiriendo el carácter de obra extensa, de gran envergadura, a la que los compositores dedicarán su atención con especial intensidad.

La figura del "intérprete"
Los cambios que experimentará el concierto en el siglo XIX obedecen a la naciente valoración de "lo artístico", al descubrimiento del individuo de la mano del romanticismo, y con ello el surgimiento de la figura del "intérprete", quienes toman conciencia de sí como seres excepcionales, capaces de realizar proezas técnicas que asombran a una audiencia atónita ante la perfección de ejecuciones cada vez más difíciles, inalcanzables para el resto de los mortales. Lo que supone, de pasada, el fin del autor-intérprete, tan a la mano en el siglo anterior. Este proceso, gradual como todos los procesos, tuvo su inicio en los primeros años del siglo y su primer impulsor fue, sin lugar a dudas, Ludwig van Beethoven.


La producción concertística de Beethoven, comparada con –para comenzar las nueve sinfonías, o los dieciséis cuartetos para cuerda o las 32 sonatas para piano, es bastante reducida: cinco conciertos para piano y orquesta más uno de juventud compuesto a los 14 años y que no se interpreta nunca, un concierto para violín, y un triple concierto para violín, cello y piano.

De los cinco conciertos para piano, los dos primeros (donde el que lleva el número dos es cronológicamente el primero) son de transición entre un mundo que va quedando atrás y el nuevo que llega de la mano de la revolución francesa. Claramente no responden al estilo mozartiano, revelando una actitud más ambiciosa que cualquiera de los de Mozart, si bien son todavía reducidos en su concepción.

Concierto N° 3 en do menor
El verdadero cambio de estilo llegará con el concierto N° 3 en do menor, opus 37, terminado en 1800, estrenado en abril de 1803 y publicado en 1804. La música ha dejado de ser fresca y ligera para adquirir rasgos épicos y turbulentos, mostrando el sello de una segunda etapa en la vida del maestro, pues la sordera ha comenzado definitivamente. En el otoño de 1802 Ludwig confesará su dolor en el testamento de Heiligenstadt (que solo se conocerá después de su muerte, veinticinco años más tarde), donde se lamenta amargamente de que le haya tocado precisamente a él, un músico, perder el sentido de la audición.
El concierto N° 3 es el único escrito en modo menor y refleja una clara evolución en su literatura pianística. No por nada, a esta altura Beethoven ha compuesto dieciocho de sus 32 sonatas para piano.

Movimientos
El concierto está estructurado a la manera clásica (lento - rápido - lento) y sus tres movimientos son:
Allegro con brío. En forma sonata, con dos temas principales (un segundo tema, lírico, es presentado en: 5:16).
Largo (17:01). Un tema reposado, propicio para la meditación.
Rondó - allegro (28:40). Gracioso y alegre, perfecto para el cierre de la obra.

La versión que escuchamos es de Krystian Zimerman, acompañado por la Filarmónica de Viena dirigida por Leonard Bernstein.

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5 comentarios :

  1. Bellísima obra en Efecto amigo.Yo la tengo en cd y la escucho con mucha frecuencia. Admiro sobre todo la introduccion orquestal del primer movimiento (a proposito el segundo tema ya aparece en la introduccion) y el extraordinario solo pianistico con que comienza el segundo movimiento y la entrada de la orquesta luego....ufff amigo es para morirse de romanticismo habría que hacérselo escuchar a una mujer y el tercer movimiento es como una danza burlona de Beethoven, en especial al final cuando se acelera y termina muy fuerte. Bueno creo que ya me extendi mucho.Saludos genial Blog.

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  2. Otra cosa que me olvide de comentar: en este concierto se empieza a ver como la forma clásica empieza a dejar lugar al romanticismo, aunque en muchos aspectos todavía sea una obra clásica la turbulencia y expresividad de esta música es mayor que la de los conciertos de Mozart.

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  3. Hola, Daniel: Muy acertados comentarios. Y tu "extensión" vale la pena, desde luego, porque entregas información que complementa convenientemente lo expuesto en la entrada. Muchas gracias por el comentario. Un saludo.

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  4. La verdad desde la primera vez que escuché este concierto dije que el tercer movimiento es como escuchar a Mozart, pues es tan fresco y obvio como normalmente Mozart componía.

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  5. Hola, Francesco: Sí. Digamos que tiene un "aire". Gracias, Francesco, por tu comentario. Saludos.

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