miércoles, 17 de julio de 2019

Beethoven: Missa Solemnis - Sanctus & Benedictus


Descontada su participación en 1783, a los trece años de edad, como intérprete de viola en la orquesta de la corte del príncipe elector de Colonia, Ludwig van Beethoven nunca trabajó a tiempo completo para un gobernante, o bajo el alero de un noble, o de una institución religiosa. De ahí, entonces, que su producción de música sacra sea relativamente escasa. Aparte de un oratorio en idioma alemán, Cristo en el Monte de los Olivos, de 1803, solo dos misas completas enteran su producción religiosa: la misa en Do mayor, de 1807, y la Missa Solemnis en Re mayor, de 1824, escrita a un tiempo con la Novena Sinfonía.


Si bien no descansó en un patronazgo particular, a Beethoven no le faltaron los amigos nobles. Y aunque nunca lo haya solicitado, en 1809 tres de ellos se comprometieron a otorgar a Beethoven una pensión anual de 4.000 florines, con la única exigencia de que permaneciera en Viena, dedicado a componer. Algunas de estas envidiables relaciones se habían iniciado en el plano de maestro y pupilo. Es el caso del hermano del emperador Francisco I, el archiduque Rudolph Johann Joseph Rainer, quien luego de comportarse como aplicado alumno, devino más tarde el mayor benefactor de Beethoven, convirtiendo al maestro en el primer artista y compositor independiente de la historia.

Rodolfo de Austria (1788-1831)
En 1819, el mentado archiduque fue distinguido como el próximo arzobispo de la ciudad de Olmütz, en Moravia, cargo que debía asumir en marzo del año siguiente. Un año tenía el maestro para escribir la obra de homenaje a su generoso benefactor y admirador. Una misa, una gran misa, le pareció la ofrenda adecuada para ocasión tan solemne.

Para la época, Beethoven tenía cincuenta años, estaba solo, estaba sordo, y vivía suplicando el cariño de su sobrino Karl, de quien era tutor. Por si fuera poco, se había comprometido con la Sociedad Filarmónica de Londres para la composición de una nueva sinfonía (la Novena). De modo que la gran misa no alcanzó a estar terminada para la ocasión. El arzobispo debió conformarse con una misa escrita por Hummel.
No sabemos si el maestro se disculpó. Lo cierto es que continuó trabajando, imperturbable, en la Novena, las tres últimas sonatas y los últimos cuartetos, junto con la misa.
La obra no estuvo completa sino hasta principios de 1823. Finalmente, la premiére tuvo lugar el 7 de mayo de 1824, en San Petersburgo.

Misa para solistas, coros y orquesta en Re Mayor, Missa Solemnis, Op. 123
Destinada la obra a despertar e instilar sentimientos religiosos en los intérpretes así como en la audiencia, Beethoven fue capaz de combinar la liturgia católica con una gran expresividad dramática, convirtiéndola en "la producción más grande salida de mi mente", en palabras del mismo Beethoven.
La misa completa con las secciones habituales de la liturgia católica: Kyrie, Gloria, Credo, Sanctus, Benedictus, Agnus dei, dura aproximadamente una hora y media. Se presentan aquí los trozos Sanctus y Benedictus, este último, su momento más emotivo, según los estudiosos.

La versión es de la Royal Philharmonic Orchestra y el coro London Philharmonic con la participación solista de tenor, bajo, soprano y alto, todos bajo la dirección de Sir Gilbert Levine.


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