jueves, 9 de junio de 2016

Chopin: Preludio Opus 28 No 6



Cuando en 1838 Chopin viajó de París a Mallorca en compañía de la Sand y sus hijos, tenía terminados solo dos preludios de los 26 que va componer. Pero los restantes estaban bosquejados. Había trabajado en ellos por largos periodos, en 1836 y 1837, y su intención fue terminarlos allí, en la paz y quietud que ofrecía la "isla de la calma", como se la llamaba entonces. Sabemos que el invierno mallorquí, de calmo tuvo poco, y que la estadía no fue del todo placentera, pero aún así Frédérick logró concluir sus preludios.
De su construcción, fabulosa ("viajo por espacios extraños" escribió Chopin), fue testigo Georges Sand:

"... En esos instantes ha compuesto las más hermosas de esas breves páginas que llamaba modestamente preludios. Son obras maestras. Varios de ellos traen al pensamiento [...] cantos fúnebres... Otros son melancólicos y suaves [...] Otros son de una tristeza lúgubre y al mismo tiempo que embelesan el oído, desgarran el corazón."

Camille Pleyel, su amigo y editor en París recibió los preludios terminados en enero de 1839. Chopin pidió por todos ellos cuatro mil francos, el equivalente aproximado a unos tres meses dando clases. Dedicados a Pleyel, la edición francesa apareció en septiembre de ese año. Poco después, se editaban en Alemania e Inglaterra.

Preludio No 6 en Si menor
Empapado sin pudor de "una tristeza lúgubre", el breve trozo de menos de dos minutos de duración reclama de la mano izquierda la mantención sostenida de un lamento sin énfasis, un canto, una melodía elegíaca, mientras la derecha pulsa sencillos acordes con regularidad.
El preludio fue interpretado para los funerales de Chopin (también el No 4) por el organista de la iglesia de la Madeleine. No nos cabe duda de la emoción que habrá embargado a las almas presentes aquel 30 de octubre de 1849 en el último adiós a esta otra alma magnífica pero complicada que fue Chopin.

La versión es del pianista sudcoreano Chi Ho Han, durante el Concurso Internacional Chopin 2015, en Varsovia.



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3 comentarios :

  1. Acaricia mi oido esta bella y delicada seda sonora, que, aun siendo gris, no por ello menos hermosa.

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  2. Acaricia mi oido esta bella y delicada seda sonora, que, aun siendo gris, no por ello menos hermosa.

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  3. Así es, Concha: Gris y hermosa. Muchas gracias por dejar aquí tu comentario. Un saludo.

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