lunes, 29 de febrero de 2016

Ravel: Concierto para la mano izquierda



El pianista austriaco Paul Wittgenstein, hermano mayor de Ludwig, el filósofo, tenía una constitución psicológica que hoy llamaríamos muy propia de una personalidad resiliente. Muy buen pianista, regresó del frente ruso durante la Primera Guerra Mundial sin su brazo derecho. Una lamentable pérdida, desde luego. Pero contra todo pronóstico decidió seguir impulsando su carrera a como diera lugar. Para ello se embarcó en una sostenida campaña solicitando a los compositores de la época obras para ser interpretadas al piano sólo con la mano izquierda.

Un cliente difícil
Wittgenstein, sin embargo, era un cliente difícil de complacer. Así, por ejemplo, rechazó música escrita por Richard Strauss y Sergei Prokofiev. A este último le regresó su Cuarto Concierto para piano con una nota que decía algo así como muchas gracias pero no entiendo una sola nota de su concierto y no pienso tocarlo. A Maurice Ravel no le fue tan mal. Al menos Wittgenstein no rechazó la obra aunque alegó que era necesario modificar en una medida importante el Concierto en re mayor, solicitado en la primavera de 1929 y terminado en nueve meses. Ravel no se lo permitió.

Paul Wittgenstein (1887 - 1961)
Dando el brazo a torcer
No podía permitírselo. Ravel contaba con 55 años, era toda una celebridad en Europa y hacía tres años había dado el batatazo mundial con el genial Bolero que, digamos de paso, tuvo la curiosa virtud de sorprender al mismísimo compositor.
Así que, Wittgenstein, algo reticente (no le gustaba nada la larga cadenza con que la obra se inicia), se vio forzado a estrenar el Concierto en re mayor para la mano izquierda tal cual Ravel lo había escrito. Era lo menos que podía hacer, dar el brazo a torcer, aunque tuviera uno solo. Para cumplir el encargo del pianista "discapacitado", Ravel había suspendido la labor creadora de su Concierto en Sol, largo y antiguo anhelo del compositor, si bien, al parecer, por momentos trabajó en ambos simultáneamente.

El entusiasmo posterior
Pese a las reticencias iniciales de Wittgenstein (quizá no se entusiasmó de primeras con los guiños rítmicos y armónicos de corte jazzístico que presenta), la obra terminó por gustarle. A él y a todo el mundo: hoy se ha convertido en la más célebre de las composiciones que se hayan escrito para la mano izquierda.

Estreno y estructura
Su estreno tuvo lugar en Viena el 5 de enero de 1932, acompañado de la Orquesta Sinfónica de Viena bajo la conducción no de Ravel sino del director francés Robert Heger.
Con duración cercana a los veinte minutos, las opiniones acerca de su estructura están divididas. Algunos sostienen que consta de un solo movimiento. Otros que dos, pero ligados. Un tercero afirma que el concierto muestra tres secciones: lento - rápido - lento, en oposición a lo habitual, rápido - lento - rápido. Esto último es indudablemente cierto. También lo es, que para atreverse con él, hay que ser un virtuoso de primera.

La versión es de la pianista francesa Hélene Tysman, acompañada de la University of Music Franz Liszt Orchestra, de Weimar, dirigida por Nicolás Pasquet.
La pianista aprobó con esta performance su examen de graduación.


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domingo, 28 de febrero de 2016

Wagner: El Idilio de Sigfrido



Luego de tres años errando de un lado a otro acosado por los acreedores, vendiendo y revendiendo los derechos de sus obras, Richard Wagner consiguió la serenidad de espíritu que tanto echaba en falta gracias a los oficios reales de un monarca de 19 años, Luis II de Baviera, quien en 1864 canceló todas las deudas del compositor y le compró los derechos de El anillo del nibelungo. Entre otras prestaciones, lo instaló en una cómoda villa a escasos minutos de palacio.

Hans y Cósima
Hasta allá llegó el director de orquesta Hans von Büllow, llamado por Wagner para que lo asistiera en la preparación de uno más de sus ambiciosos proyectos musicales que ahora cobraban vida bajo el alero del rey adolescente. El famoso director llegó en compañía de su esposa Cósima, hija natural de Franz Liszt y de la condesa Marie d'Agoult. La pareja y el compositor se conocían desde mucho antes, no era la primera vez que pasaban una temporada en compañía de Wagner pero esta vez todo fue distinto.

Richard y Cósima Wagner,
fotografía de 1872
Cósima y Richard
Cósima no parecía feliz en su matrimonio y no tardó en caer bajo el influjo de Richard. Tras seis años de relaciones extraconyugales, Cósima, de 32 años, y Richard de 56, contrajeron el sagrado vínculo en agosto de 1870. A esa altura, ya habían concebido tres hijos. El último se llamó Sigfrido, nacido en 1869.

Un regalo sinfónico
El 24 de diciembre de 1870, Cósima cumplía 33 años. La pareja vivía en la villa Tribschen, a orillas del lago Lucerna, desde que se instalaran allí como pareja en 1866. Y Wagner decidió saludar el nacimiento de su último hijo y el primer cumpleaños de Cósima como su mujer legítima de una manera especial.
Un pequeño grupo de músicos se instaló en la escalera de entrada y despertó a Cósima con los primeros compases de una breve pieza de cámara compuesta unas semanas antes, titulada, para la ocasión "Regalo sinfónico de cumpleaños". Cósima anotó en su diario que una música nueva y maravillosa la había sacado de su sueño.

El Idilio de Sigfrido
Originalmente, la obra no estaba destinada a la publicación, pero debido a dificultades financieras, Wagner se vio obligado a hacerlo en 1878, con el título de Idilio de Sigfrido. La encantadora pieza, de no más de veinte minutos de duración, es una de las pocas obras sinfónicas del compositor. Sus temas fueron incorporados, como era de prever, en la ópera Sigfrido, de 1876.

La versión es de la BBC Scottish Symphony Orchestra, dirigida por Donald Runnicles.



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viernes, 12 de febrero de 2016

Domenico Scarlatti: Sonata "La Caccia"



"Ya seas aficionado o profesor, no esperes encontrar en estas composiciones intenciones profundas, sino más bien un ingenioso jugueteo en el arte de ejercitar la ejecución atrevida del clavecín."

Una obra gigantesca
Estas sencillas palabras, junto a otras recomendaciones, acompañan las páginas iniciales del primer volumen de la gigantesca obra para clavecín escrita por Domenico Scarlatti: ni más ni menos que 550 composiciones para teclado, cuyas primeras treinta el compositor barroco napolitano llamó sencillamente 30 Essercizi.

Doménico Scarlatti
(Nápoles, 1685 - Madrid, 1757)
Los 30 Essercizi
Las piezas, brevísimas, y de un solo movimiento, fueron compuestas en buena parte a partir de 1733, en Madrid, mientras Scarlatti se desempeñaba como músico de la corte de su alumna y ex princesa Maria Barbara de Braganza, de Lisboa, convertida ahora en reina consorte de Fernando VI, por obra y gracia de los manejos tendientes a administrar eficazmente el poder.

Presagios de la futura forma
Las breves obras estaban destinadas a la recreación de la familia real. De ahí su sencillez, y de ahí las palabras introductorias que hemos transcrito. Sin embargo, las composiciones, en las que predomina un estilo italiano, son altamente innovadoras y presagian la futura forma "sonata" que conoceremos en los decenios por venir.

Sonata en Do mayor, La Caccia, K. 159
Marcada allegro, la pieza, de menos de dos y medio minutos de duración, es altamente jovial y seductora. Y su sección, digamos, de desarrollo (1:10), no se aparta gran cosa de este carácter inicial, manteniendo hasta el final un espiritu ligero y juguetón.
La versión, excelente, es del pianista ruso Ruslan Smagulov.

(Uno de los compiladores de la obra de Scarlatti es el clavecinista americano Ralph Kirkpatrick, de ahí la letra K en el catálogo).


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