miércoles, 31 de agosto de 2016

Chopin: Vals Opus 70 No 2



Ocupada la ciudad por los rusos, la vida cultural de Varsovia alrededor de 1830 no se comparaba a la de Viena, o París, pero tampoco era tan pobre. En teatro, se podía asistir a representaciones de Racine, Moliére, o Shakespeare. En música, Chopin no se perdió ninguna de las diez funciones que ofreció allí Paganini. También escuchó a sus colegas Hummel, Rossini, y a algunas damas, como la pianista polaca Maria Szymanowska, y su colega francesa Anne Caroline de Belleville, tan solo dos años mayor que Frédéric, de gira por Varsovia.
Naturalmente, todo esto ocurría antes del levantamiento de noviembre, que inspiró a Chopin su Estudio "Revolucionario".

Anne Caroline de Belleville había sido alumna de Czerny, una de las buenas, y había llamado la atención de Beethoven. También se la comparó con Clara Wieck, positivamente. En carta a un amigo, Chopin habla de ella en muy buenos términos: "Aquí hay también una cierta señorita Belleville, francesa, que toca el piano muy bien, con mucha gracia y elegancia". Sabemos que Chopin no era para nada inclinado a felicitar colegas, así que debemos suponer que la señorita Belleville, llamada Ninette en la intimidad, habrá sido una intérprete notable.

Anne Caroline de Belleville,
pianista (1808 - 1880)
Un pequeño vals
Diez años después de escribir estas palabras, convertido ya en París en el célebre pianista y compositor que hoy admiramos, Chopin envió a Ninette un "pequeño vals", dedicado a ella y para su propio y exclusivo deleite pues no deseaba verlo publicado. Y así se lo dicta:
"En cuanto al pequeño vals que tuve el placer de escribir para usted, le ruego que lo guarde. No deseo que sea publicado. Pero me gustaría oírlo tocado por Ud, querida señora, y asistir a una de sus elegantes réunions, en las que interpreta maravillosamente a tan grandes maestros como Mozart, Beethoven y Hummel, que fueron los maestros de todos nosotros. Todavía resuena en mis oídos el adagio de Hummel que le oí tocar hace unos años en París, en la casa del señor Erard; y le aseguro que a pesar de los grandes conciertos que ofrecen aquí, hay poca música de piano que me pueda hacer olvidar el placer de haberla escuchado aquella noche."
Vals Opus 70 No 2
El pequeño vals, datado en 1842, fue finalmente publicado, en 1855, seis años después de la muerte de su autor. Es uno de los tres valses del opus 70, y uno de los seis (del total de catorce) valses publicados póstumamente. Es sorprendente, dada su incomparable y sencilla belleza, que Chopin no quisiera verlo publicado. Y bueno, también quiso echar a la hoguera su Fantasia Impromptu.

La versión es de la niña de ocho años Anne-Laure Bride-Lanoë, en una presentación del año 2010 en la Sala Pleyel, de París.



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lunes, 29 de agosto de 2016

Brahms: Baladas del Opus 10, Nos 1 y 2



Las cuatro baladas de su opus 10 las escribió Brahms poco tiempo después de conocer en Düsseldorf a la familia Schumann, conformada en esa época, 1853, por Robert, Clara y siete hijos. En la oportunidad, el bondadoso Schumann elogió abiertamente al talentoso joven de 20 años. Clara no se quedó atrás, y dejó estampado en su diario que Brahms "parecía haberles sido enviado directamente por Dios".

Brahms, de 20 años
(1833 - 1897)
Johannes y Clara
Brahms intentaba hacer una carrera, y Robert Schumann se convertirá en su padrino, aunque por poco tiempo pues Robert morirá tan solo tres años después. En el intertanto, Johannes y Clara establecerán una comunión de ideas e intereses muy cercana a una relación sentimental, aunque Brahms hubiese querido ir más allá. Tres meses antes de la muerte de Robert, en 1856, mientras éste permanecía postrado en un asilo para enfermos mentales, Brahms escribió a Clara:
Mi muy querida Clara, desearía poder escribirte tan tiernamente como te amo y decirte todas las cosas buenas que te deseo. Eres tan infinitamente querida para mí que no puedo expresarlo en palabras. Desearía llamarte mi querida y muchos otros nombres, sin dejar nunca de adorarte... Si las cosas pudieran ir más lejos de como están en este momento... Si solo pudiera vivir en la misma ciudad contigo y mis padres… escríbeme una bella carta pronto. Tus cartas son como besos.
Es para pensar que Brahms estaba definitivamente enamorado. Clara respondió, creemos, hasta donde el respeto por el recuerdo de su amado Robert lo permitió. La relación, epistolar, continuará hasta la muerte de ambos, ocurrida, con apenas un año de diferencia, cuarenta años más tarde.

Las Baladas del opus 10
Se dice que fueron compuestas con el afán de mostrar al mundo musical (incluidos Robert y Clara) los progresos alcanzados en su maestría con el piano hasta ese momento –recordemos que Clara era una extraordinaria pianista. El compositor tiene 21 años y solo ha compuesto obras en que el puntal es el piano (solo, voz y piano, también un trío con piano). Las baladas, cuatro piezas breves que conforman una unidad, lo prepararán mentalmente para el abordaje de obras mayores. Brahms no retomará esta forma, la balada, sino hasta muy tarde, en la tercera de sus Seis piezas para piano, de 1892, dedicadas por cierto, a Clara Schumann.

La primera de estas cuatro piezas, la Balada No 1 en re menor, está inspirada en un poema escocés, "Edward", de no poco contenido dramático pues trata de un parricidio, cometido por el tal Edward, precisamente. Es la única pieza del conjunto de carácter "programático". Acorde con el carácter de la tragedia relatada, la pieza finaliza en la mayor quietud, pero en la tonalidad de Re mayor. En esa tonalidad tomará vida la Balada No 2.
Fechado en 1854, el conjunto está dedicado a su amigo compositor y director Julius Otto Grimm.

La versión es de la talentosa pianista china Yuja Wang.


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domingo, 28 de agosto de 2016

Chopin: Variaciones sobre un tema de Mozart - "Là ci darem la mano"



"¡Sáquense el sombrero señores: un genio! Al escuchar estas variaciones me imaginaba que se abrían ante mí unos ojos desconocidos [...] En varios momentos ... creía percibir Là ci darem de Mozart a través de cien acordes enlazados... Don Juan volaba ante mí con su capa blanca."

Las palabras son de Robert Schumann. Las escribió en 1831 después de escuchar en Leipzig las variaciones que un joven músico, a quien no conocía y de nombre Chopin, había compuesto sobre el dueto de Mozart, Là ci darem la mano, del primer acto de la ópera Don Giovanni.

De ahí en más, innumerables fueron las ocasiones en que Robert Schumann elogió con entusiasmo las composiciones de Chopin, y su habilidad para hacer brotar desde el piano sonidos prodigiosos. Pero el joven músico polaco, solo tres meses mayor que Schumann, no correspondió nunca al entusiasmo de su admirador alemán. Y las ardorosas palabras ya transcritas le resultaron exageradas, incluso "estúpidas":
"Un alemán de Kassel se ha entusiasmado con mis Variaciones. Después de un largo preámbulo alambicado, las analiza compás por compás para demostrar que no son variaciones como cualesquiera otras, sino una especie de cuadro fantástico. El ditirambo, lejos de ser inteligente, me parece totalmente estúpido [...].
Y bueno. Chopin jamás se distinguió por ser condescendiente con sus colegas músicos. Y siempre vio los elogios con desdén. Por otro lado, también hay que dejar claramente establecido que nunca fue ufano al emitir opinión sobre su propia música. No resulta raro entonces que tanto elogio le pareciera desmesurado.

Las variaciones
Además de sus dos conciertos, Chopin incluyó a la orquesta en solo tres de sus composiciones. Y en estas variaciones –el primer trabajo del autor para piano y orquesta, escrito a los 17 años– la participación del conjunto orquestal es precaria, limitándose, casi, a aportar un "estribillo" entre variación y variación. Por lo mismo, más tarde el compositor va a prescindir del acompañamiento orquestal y tomará la costumbre de presentar la obra como pieza para piano solo.
Dedicada a su amigo Titus Woyciechowski, se estrenó exitosamente en Viena en agosto de 1829 con Chopin al piano, durante su primera visita, de julio a agosto de ese año.

Secciones:
00:00  Introducción: Largo / 04:55  Tema: Allegretto / 06:29  Variación 1 / 07:30  Variación 2 / 08:33  Variación 3 / 10:03  Variación 4 / 10:49  Variación 5 / 11:39  Adagio / 14:27  Coda: Alla polacca.

La versión es del pianista surcoreano Yunchan Lim, de dieciocho años, la persona más joven en ganar una medalla de oro en el Concurso Internacional de Piano Van Cliburn.


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miércoles, 24 de agosto de 2016

Paisiello: Barbero de Sevilla - Cavatina



El 16 de febrero de 1816, cuatro meses antes de su muerte, seguidores y partidarios de Giovanni Paisiello decidieron asistir al estreno de El Barbero de Sevilla de Rossini con el propósito de crear disturbios y provocar el fracaso de la ópera. Estaban molestos con Rossini. Hacía más de treinta años Paisiello había estrenado en San Petersburgo una ópera basada en la célebre comedia de Beaumarchais, con gran éxito, el primero de todas las adaptaciones previas. La obra recorrió Europa con éxito similar. Su título: Il Barbiere di Siviglia, ovvero La Precauzione inutile.

De modo que cuando sus partidarios vieron anunciada en Roma una obra titulada Almaviva o sia La inutile precauzione con música de Gioacchino Rossini tuvieron razón para indignarse. Consideraron que el maestro Rossini no había quemado sus pestañas en busca de un tema novedoso sino que se había limitado a trabajar cómodamente en una obra ya probada. Eso los tenía molestos. Y consiguieron su propósito, el estreno de Rossini resultó un fracaso.

Giovanni Paisiello (1740 - 1816)
Paisiello versus Rossini
No ocurrió así con las funciones siguientes. Pero si la obra de Rossini es la ópera más representada hasta hoy, no es menos cierto que en su época tuvo que bregar arduamente con la de Paisiello. Pese a todo el tiempo transcurrido desde su estreno en septiembre de 1782, Il Barbiere di Siviglia de Paisiello fue más popular que la obra de Rossini durante un tiempo considerable. Finalmente, Rossini la va a superar pero eso no ocurrirá sino hasta mediados del siglo XIX. La ópera de Paisiello desaparecerá de los escenarios, pero no completamente de la escena musical en el mundo.

Cavatina "Saper bramate"
En el primer acto el conde de Almaviva le canta a Rosina una serenata, presentándose ante ella como Lindoro, un estudiante pobre. La cavatina, que comienza con las palabras Se il mio nome saper bramate (algo así como "Si mi nombre anhelas saber"), es una de las arias de la ópera de Paisiello que han sobrevivido. Más aún, la pieza tomó un nuevo aire desde que el perspicaz Stanley Kubrick la incluyera en la banda sonora de Barry Lindon, en versión instrumental, para acompañar la escena mostrada en la imagen que encabeza este artículo: la familia Lindon hace música mientras el padre, desentendido del hogar, recorre la ciudad visitando casas de apuestas.

El video está construido con escenas de la película.

 

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sábado, 20 de agosto de 2016

Mozart: "Là ci darem la mano", duettino



Sabemos que el estreno de Don Giovanni, en Praga, octubre de 1787, fue un éxito de público y crítica. No ocurrió lo mismo en Viena, al año siguiente, no obstante Mozart introdujo algunos cambios, para agradar al espíritu vienés. No fue suficiente. Al parecer, los vieneses de la época, más conservadores, no vieron con buenos ojos que la obra terminara con el protagonista castigado con la muerte, por libertino que fuera. Después de todo, don Juan era un noble, y faltaba un año y poco más para la toma de la Bastilla...

Duetinno "Là ci darem la mano"
Mozart agregó, quitó y modificó arias para el estreno vienés, en consideración, también, a las habilidades específicas de los cantantes de la plaza. Pero un dueto se mantuvo intocado.
Es el dueto (más bien, duettinoLà ci darem la mano, uno de los dúos para barítono y soprano (o mezzo) más populares de Mozart, cantado en el primero de los dos actos de la ópera, y encargado a Don Giovanni y Zerlina, esta última la prometida de Masetto, un campesino.

"Allá nos tomaremos de las manos"
Don Giovanni se ha enamorado de Zerlina, nada más verla. Y se las ingenia para alejar a Masetto, luego de ofrecer a la pareja su castillo para celebrar allí la boda. Con Masetto fuera de escena, Don Giovanni inicia el despliegue de sus artes amatorias, asegurándole a Zerlina que "allá [en el castillo] nos tomaremos de las manos", y luego él escuchará de ella, un . El seductor avanza en su conquista a paso firme. Zerlina está a punto de ser cautivada cuando entra en escena doña Elvira, que la arrancará de los brazos del disoluto Giovanni, a quien conoce de sobra.

Duettino y no dueto está marcada la pieza. Y eso es, pues de dúo tiene poco, si entendemos por ello el canto simultáneo. Efectivamente, las dos voces solo se unen al final, luego que Zerlina entona ¡Andiam...! (5:15). Previamente, Giovanni ha entonado su texto para seducir, Zerlina el suyo, mostrando su turbación.

Variaciones y fantasías
La pieza, que no supera los cuatro minutos de duración, animó a un buen número de compositores a escribir variaciones o fantasías sobre ella, encargadas a instrumentos diversos. Las hay para piano, clarinete, oboe, corno inglés, guitarra... La más popular es la de Chopin, su opus 2, de 1827, en sus versiones para piano solo y orquestada. Beethoven, Berlioz y Liszt, son otros autores de renombre que también fueron cautivados por el duettino de Mozart.

La versión es del barítono americano Rodney Gilfry y la mezzo soprano rumana Liliana Nikiteanu. El video incluye los prolegómenos de la seducción de Don Juan y la turbación de Zerlina. Ruego disculpar el final abrupto.


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domingo, 14 de agosto de 2016

Mozart: El Rapto en el Serrallo - Obertura



Luego de asistir en Munich al exitoso estreno de su ópera Idomeneo, re di Creta, Mozart debió trasladarse a Viena, en marzo de 1781, siguiendo a su patrón Colloredo, para estar presente en las celebraciones de la ascensión al trono de José II de Habsburgo como emperador austriaco. En mayo, se produjo el altercado con Colloredo que terminó con la dimisión de Mozart. El compositor, de veinticinco años, se establecerá entonces en Viena para desarrollar una carrera como músico independiente. En julio recibirá un libreto, de corte "orientalizante", al que pondrá música.

El libreto "original"
Había llegado en buen momento. José II, hijo de María Teresa de Austria, y hermano de la desventurada María Antonieta (todavía no lo es pero ya lo será), alentaba la creación de una ópera alemana. Para ello, comisionó a su "inspector de teatros" Gottlieb Stephanie, la escritura de un libreto que, montado musicalmente, tuviera como resultado un espectáculo jovial, alegre. Stephanie, personaje de no muy buena reputación en Viena, no se devanó los sesos para escribirlo. Tomó uno ya publicado y lo alteró según su propio entendimiento (el autor original reclamó "plagio", pero sin mucho afán pues a su vez lo había tomado de otro).

Exito de taquilla
Y bueno, pues, allí en Viena estaba Mozart, celebrado autor de Idomeneo, en busca de oportunidades... Ambos artistas trabajaron durante un año en perfecta armonía y el estreno del singspiel en tres actos El Rapto en el Serrallo se celebró con apabullante éxito en el Burgtheater el 16 de julio de 1782, con la dirección de Mozart desde el teclado. Con excelente taquilla, las representaciones abundaron aunque el compositor no recibió ingresos por ellas. Solo se le pagó una vez por la obra.

La trama
El libreto no era precisamente una obra maestra pero con su música Mozart logró hacer de las desenvueltas estrofas de Stephanie su primer gran éxito en Viena. Responde el libreto al gusto por "lo exótico", en alza por esos años, aunque la moda en realidad no tenía nada de nuevo. Como ha señalado un destacado historiador y musicólogo, "las óperas turcas, las comedias turcas, y las novelas turcas estaban ya de moda en el 1600". La historia narra las peripecias de Constanza, su criada y el novio de ésta, otro sirviente, que tras ser capturados durante un  abordaje pirata, sirven ahora a un pachá turco, en su serrallo, su palacio. El prometido de Constanza intentará rescatarlos. La historia termina felizmente, gracias a la clemencia del pachá.

Platillos y triángulos
La novedad, quizá, está en la incorporación de "música turca" mediante instrumentos poco comunes en occidente para la época, como platillos o triángulos, para crear una atmósfera "oriental", apreciable ya desde la Obertura, de mucho colorido, capaz de introducir a la audiencia de inmediato en un ambiente de fábula.

Con poco más de cinco minutos de duración, se presenta aquí la Obertura, en versión de la Sinfónica de Viena, conducida por el director italiano Fabio Luisi.



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sábado, 6 de agosto de 2016

Beethoven: Canción "Adelaide", opus 46



A diferencia de hoy, cuando los programas de concierto incluyen por lo general tres o cuatro obras concertísticas o sinfónicas de grandes compositores, unos más populares que otros, a fines del siglo XVIII el programa de un concierto incluía diez, doce, o más, piezas de muy diverso género y estilo. En una misma velada se ofrecía al público una mescolanza de arias de óperas, conciertos para instrumento solista y orquesta, un cuarteto de cuerdas, oberturas o sinfonías, y un par de canciones.

Las canciones
Eran infaltables, y su función principal era separar las piezas de mayor envergadura, una de otra. Son los lieder, plural de lied, una pieza escrita para voz con acompañamiento de piano, más bien breve, no virtuosa ni de grandes exigencias ni para la voz ni el instrumento acompañante, típica de los países germanos, los textos surgidos del magín de un poeta alemán, naturalmente. Destinadas en su origen al disfrute familiar, pronto subieron a los escenarios públicos, desempeñando la función ya dicha.

Beeethoven, en 1803 (1770 - 1827)
Adelaide
Enterado de lo que el gusto musical de la época demandaba, Beethoven, que alrededor de 1795 centraba todos sus esfuerzos en hacer una carrera en Viena como compositor y pianista, tuvo que poner atención a los lieder. Un género menor en su obra, pero compuso alrededor de cien. Uno de los más populares fue la canción Adelaide, que llegó a ser mencionada en novelas de la época. Un personaje del escritor francés Jules Janin declara en una novela que Adelaide es "el lamento más conmovedor y afectuoso que alguna vez haya surgido del corazón de un amante, o un poeta".

El poema
Adelaide tomó su texto de un poema de Friedrich von Matthisson, poeta del romanticismo alemán temprano. El poema retrata el deseo desbordante por una mujer idealizada, imposible de alcanzar. Frente a versos como aquellos, Beethoven no pudo permanecer indiferente.
La pieza está dedicada a von Matthisson.

La versión es del tenor alemán Peter Schreier, acompañado por el pianista estadounidense nacionalizado austriaco, Norman Shetler.


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