miércoles, 26 de noviembre de 2014

Aaron Copland: "Fanfarria para un hombre común"



Con el fin de hacer una importante y conmovedora contribución al esfuerzo bélico durante la Segunda Guerra Mundial, el director de orquesta y compositor inglés Eugene Goossens convocó a diversos autores norteamericanos para la composición de una fanfarria (breve composición escrita para instrumentos de viento metal) que iniciaría cada concierto de la Orquesta Sinfónica de Cincinatti en la temporada 1942-1943. Goossens se desempeñaba entonces como director musical de la orquesta y su intención era replicar la experiencia llevada a cabo durante la Primera Guerra, con compositores británicos.

Aaron Copland (1900 - 1990)
La acogida
La iniciativa de Goosens recibió una calurosa acogida por parte de dieciocho compositores americanos que respondieron aportando igual número de composiciones. Goosens había sugerido ingeniosos títulos como "fanfarria para los soldados", o "para los aviadores" y otros de similar inventiva.

El aporte de Copland
Gratamente sorprendido quedó Goosens con la obra propuesta por el compositor judío de origen ruso, Aaron Copland, quien además de haber estudiado con Nadia Boulanger en París en 1921, y conocido de cerca las composiciones de Stravinski, Darius Mihlaud y otros, había logrado empaparse de la cultura europea, convirtiéndose en un gran admirador de la literatura de André Gide, futuro Premio Nobel.
Coplan tituló su obra "Fanfarria para un hombre común".

Fanfarria para un hombre común
De las dieciocho obras que inauguraron los conciertos de aquella temporada, el espléndido título de Copland es el único que no ha pasado al olvido. Además de ser parte del repertorio orquestal tradicional, ha sido objeto de innumerables reescrituras y citas por parte de variados grupos populares, la primera de ellas en 1977 a cargo de la banda británica de rock Emerson, Lake & Palmer. Le han seguido los Rolling Stones y Bob Dylan, recreando libremente la pieza y, como en su génesis, abriendo sus shows con ella.

El mismo Copland, terminada la guerra, adoptó la fanfarria como introducción al cuarto movimiento de su Tercera Sinfonía.
La obra, imprescindible en cualquier ceremonia festiva de nuestros días, está escrita para cuatro trompas, tres trompetas, tres trombones, tuba, timbal y gong.
La versión es de la Orquesta Filarmónica de Nueva York, dirigida por James Levine.


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