jueves, 29 de diciembre de 2011

Mozart: Concierto piano N° 23 - Adagio



Feliz de la vida habría estado Wolfgang Amadeus Mozart de haber sabido que la línea aérea Air France tomaría prestado unos compases suyos para musicalizar uno de sus spots publicitarios. Bueno hubiese sido también que recibiera un "retorno" desde el futuro. Pero esa magia no se ha inventado todavía.
El minuto y algo más incorporado al spot, muy bello por cierto, pertenece al segundo movimiento, adagio, del concierto para piano y orquesta N° 23, compuesto en Viena el año 1786. Un buen año para Mozart, si recordamos el rotundo éxito de Figaro, que significó un claro alivio para las finanzas de Amadeus.

Mozart en Viena, 1782-1791
Los nueve años que la familia Mozart pasó en Viena no fueron especialmente malos. Más bien al contrario: siempre tuvieron coche propio y al menos un criado, comodidades mínimas para un músico de renombre que recibía hijos de nobles como alumnos. Pero debieron sortear algunas dificultades económicas, cambiándose de casa continuamente, por ejemplo, para ajustar las cuentas.

El éxito de Figaro lo había catapultado como prominente compositor de ópera, pero Mozart todavía albergaba la esperanza de ser nombrado "compositor de corte", eso sí, en Viena, no en cualquier parte. Lo será al año siguiente, a la muerte de Gluck, su antecesor, si bien con un sueldo muy inferior. Mientras tanto Mozart vivirá de sus clases, de la publicación de sus obras y de los conciertos por suscripción, en los que Wolfgang fungía de pianista, director y productor del evento.

Concierto No 23 - Adagio
Es, probablemente, el caso del Concierto N° 23, terminado el 2 de mayo de 1786 y estrenado poco después con entrada pagada con antelación. No sé cuánto costaba el "ticket". Sí sé que el minuto a Air France le salió gratis. Un comentario en francés en Youtube celebra que la empresa difunda "buena música" y "haga a los franceses más cultos". Razón no le falta. Después de todo, Wolfgang Amadeus sigue embelleciendo el mundo, sin recibir nada a cambio.

De los tres movimientos del concierto, escuchamos el melancólico adagio usufructuado, en versión de la pianista francesa Hélene Grimaud y la Chamber Orchestra of the Bavarian Radio.


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miércoles, 21 de diciembre de 2011

Lecuona - La comparsa



Al parecer, niños prodigio hay en todas partes. Quienes en 1909 asistían al cine Testar en La Habana podían observar que quien musicalizaba las películas mudas de la época era un niño de 14 años. El niño, a quien le faltaban solo cuatro años para obtener su diploma de intérprete en piano en el Conservatorio Nacional de La Habana, medalla de oro incluida, se llamaba Ernesto Lecuona.
Hijo de un periodista canario y madre cubana, para aliviar la carga económica de la familia, luego de que el padre muriera muy joven, el futuro compositor se vio obligado a trabajar en el cine a muy temprana edad. Ya en 1907, a los 12 años, participaba con un grupo musical en los intermedios, entre una película y otra, como era la costumbre.

Ernesto Lecuona (1895 - 1963)
Lecuona, autor de canciones, pareciera ser la reseña obligada. Quizás debido al éxito arrollador de la pieza Always in my heart, tema principal de la película del mismo nombre, de 1942, época de profusa participación del autor como compositor para el cine hollywoodense. Y cómo no, también están Siboney, Maria la O, Malagueña y tantas otras. Pero su producción musical, de alrededor de 600 piezas, incluye diversas suites para piano, cinco ballets, música para teatro y cine, piezas para niños, y hasta una ópera. Como ejecutante, por si fuera poco, mostró un talento excepcional para la interpretación de los clásicos y románticos europeos.

Pero Lecuona se apartará poco a poco de este universo y terminará rindiendo culto a la música afrocubana que, en estado de marginación en la sociedad cubana de inicios del siglo veinte, logró finalmente acceder a las salas de concierto gracias en buena parte al esfuerzo sostenido del maestro Lecuona.

La Comparsa es una de sus composiciones más populares y de indiscutible vigencia. Su primera interpretación pública se dio en 1912, por lo que podemos inferir que fue compuesta antes de los 17 años. Aunque originalmente una canción, se han hecho innumerables versiones de ella, partiendo por la propia versión de Lecuona para piano solo.

En esta oportunidad, la escuchamos en una entrega muy sabrosa, a la vez que libre, para piano y orquesta. Al piano, el maestro cubano Frank Fernández acompañado de la Orquesta Sinfónica Juvenil, en Caracas, Venezuela.
Ernesto Lecuona falleció en Santa Cruz de Tenerife en 1963.


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domingo, 18 de diciembre de 2011

Chopin: Andante spianato y Gran polonesa brillante



Cumplidos recién los veinte años, Frédéric Chopin entendió que ganarse la vida en Varsovia era una tarea imposible. Su vocación exigía que buscara otros escenarios donde su talento fuera más apreciado y a la vez rindiera mejores frutos. El problema residía en la elección del destino, hacia adónde partir. 
Pero tampoco tenía muchas ganas de hacerlo. Premonitoriamente, escribe:
"No me siento con fuerzas para fijar el día de mi partida. Si me voy, no volveré a ver la casa, me parece, y pienso que moriré lejos..."
La situación política, por otra parte, no es de las mejores. Bajo la ocupación zarista desde 1813, el hostigamiento a los polacos es pan de cada día en 1830: se persigue a académicos de la Universidad de Vilna y el poeta Adam Mickiewicz es deportado a Rusia. Con el duque Constantino a la cabeza proliferan los arrestos, en tanto varios de los amigos de Chopin difunden libelos y poemas sediciosos. Estas circunstancias llevan al padre de Frédéric a apurar su partida, pues a la motivación legítima por dar a conocer el talento de su hijo en el extranjero, se sumará la información que, fruto de sus contactos con la masoneria, Nicolás Chopin maneja sobre la inminente insurrección polaca.

Chopin abandona Varsovia
Frédéric ha pasado el verano en Zelazowa Wola en compañía de amigos de la infancia. A fines de agosto está en Varsovia trabajando en "una polonesa con orquesta" y en el rondó del concierto en mi menor. Partirá el 2 de noviembre, a Viena. La víspera, junto a sus compañeros de estudio y amigos, beben, cantan y tocan el piano. Al término de la jornada, recibe de ellos una copa de plata con un puñado de tierra polaca.
Cuatro semanas después de su partida, la noche del 29 de noviembre, estalla la insurrección en Varsovia, con el asalto a la residencia del Duque liderado por alumnos de la escuela de oficiales polacos. Chopin se entera de ello en tierra extranjera y habrá de enfrentarse al hecho poco promisorio de que la burguesía vienesa no ve con buenos ojos el alzamiento polaco, cuyo desenlace será la derrota total por el ejército ruso, inmensamente superior, el año siguiente.



Gran Polonesa Brillante
La polonesa para orquesta en que Chopin trabajaba tres meses antes de la insurrección, es la Gran Polonesa Brillante para piano y orquesta, opus 22. Posteriormente, en 1834, agregará a la pieza una introducción para piano solo cuyo título es, curiosamente, una indicación de tempo antes que una descripción. Andante spianato la llamó Chopin. Si echamos mano al lenguaje de la ópera, nos enteramos de que se trata de un canto sin florituras, canto spianato, que va directo a la nota que quiere alcanzar, sin circunloquios.
De carácter intimista, el andante precede con comedimiento la enorme brillantez y solemnidad de la polonesa, que algunos han llegado a tildar de "presumida". Y bueno, su autor tiene veinte años.
Más tarde, Frédéric hará de la Gran Polonesa un arreglo para piano solo. En unión con el andante, la escuchamos aquí en versión del excelente pianista chino Yundi Li, en el escenario de la Opera Narodowa, Varsovia, año 2010.

La escena final de la película El Pianista –que narra la historia verídica del pianista polaco Vladyslaw Szpilman ante otra ocupación más de Varsovia cien años más tarde– nos regala la versión para orquesta. No puedo omitir aquí que toda la música para piano en la película es interpretada por el pianista polaco Janusz Olejniczak.

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miércoles, 7 de diciembre de 2011

Vivaldi: Cuatro Estaciones - Invierno


Las embarcaciones regresan, engalanadas, después de realizado el "matrimonio"
de la ciudad con el mar. Cuadro de Canaletto.

El violinista y compositor Antonio Vivaldi (1678 - 1741) nació y pasó gran parte de su vida en Venecia, ciudad que, al hacer calles sus canales, se desentendió del invento mágico e "ignoró la rueda", como apunta un biógrafo del cura del pelo rojo.
Esta vinculación especial y única con el mar Adriático permitió que naciera una tradición también única, que de paso, homenajea al autor de este blog. Todos los años, para mi cumpleaños, el 15 de agosto, tenía lugar, durante las fiestas de la Ascensión, la ceremonia del "Sposalizio del mare", que se realizaba mar adentro, a dos millas de Venecia.

Lo sposalizio del mare
"Te desposamos, mar, en señal de verdadero y perpetuo dominio", decía el Dux mientras arrojaba al mar su anillo de oro.
La ceremonia era altamente venerada pero ya en esos años existía el sarcasmo, y Voltaire había hecho notar que en dichas bodas solo faltaba el consentimiento de la novia. Para no quedarse atrás, el renombrado amante y escritor Giacomo Casanova señaló al respecto:

"El almirante del Arsenal debe asentir con su cabeza que el tiempo será constantemente bueno. El menor viento en contra podría hacer zozobrar la nave y ahogar al Dux con toda la Señorísima Señoría, los embajadores y el nuncio del Papa, maestro garantizador de la virtud de esta singular ceremonia que, con razón, veneran hasta la superstición los venecianos. Para colmo de males, un accidente trágico haría reír a toda Europa, que diría que el Dux había consumado al fin el matrimonio".

Antonio Vivaldi (1678 - 1741)
Así como Casanova, el maestro Vivaldi debe haber conocido la vieja tradición pero hasta donde se sabe, no aventuró mofas, debido quizá a su investidura eclesiástica. El maestro había recibido las órdenes menores en 1693 y fue ordenado sacerdote el año 1703. Gran parte de los estudiosos no dudan en afirmar que la vocación religiosa de "il prete rosso" (por el color de su pelo, característica de toda su familia) obedeció a una cuestión de oportunismo, una forma de acceder a un estatus que no le correspondía por nacimiento, pues en la ascendencia del músico abundan los marinos, los piratas y bandidos.

En su condición de sacerdote y profesor de violín, Vivaldi inició en 1703 una fructífera relación con el Conservatorio del Ospedale della Pietá –institución encargada de acoger a muchachas huérfanas o hijas ilegítimas para ser educadas exclusivamente en el arte de la música– donde permanecerá hasta 1740, llegando a ser Director del Conservatorio. Allí compondrá la mayor parte de sus obras, que sobrepasan el número de 450, si solo se cuentan las obras para solista con acompañamiento de orquesta.

Las cuatro estaciones - Invierno
Los doce conciertos que componen la colección Il cimento dell'armonia e dell'invenzione fueron publicados en 1724. Los cuatro primeros conciertos, tomados en conjunto, recibieron posteriormente el título de Las Cuatro Estaciones (Primavera, Verano, Otoño e Invierno) y se convirtieron en la obra más popular de Antonio Vivaldi, un auténtico bestseller de la música instrumental del siglo XVIII. Se presenta aquí el cuarto concierto, en Fa menor, El Invierno, en sorprendente versión fílmica de la orquesta de cámara italiana I Musici, agrupación que no contempla director aunque aquí lleva la batuta, como solista, el virtuoso italiano Federico Agostini.

Movimientos:
00       Allegro non molto
03:38  Largo
05:48  Allegro


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viernes, 2 de diciembre de 2011

Wagner: Tannhäuser - Coro Peregrinos



Richard Wagner, músico, dramaturgo, lingüista, filósofo y político, nacido en Leipzig en 1813, forma parte del ramillete de grandes compositores que vinieron al mundo alrededor de 1810 (Schumann, Chopin, Liszt, Mendelssohn y Verdi, este último precisamente en 1813).
Creador de la ópera alemana "para los alemanes", Wagner no disponía de especiales dotes como instrumentista y durante muchos años se desenvolvió como director de coros y orquestas en teatros alemanes. En el siglo del liberalismo, la lucha de clases y el progreso, reclamó para sí y para su oficio la condición sagrada del Arte. Consecuente con ello, quiso vivir y triunfar como profesional de la composición. No fue fácil.

En el año 1834 conoció a la cantante Minna Planer en un balneario donde pasaba el verano la agrupación orquestal que Wagner dirigía en Dresde. Después de dos años de galanteo amoroso, se casaron. El matrimonio, que conoció enormes y diversas estrecheces económicas, estuvo siempre jalonado por un cúmulo de desentendimientos, separaciones e infidelidades conyugales por ambas partes, aunque finalmente, uno u otro, regresaba a casa, con la cola entre las piernas y la cabeza gacha. Era la reconciliación.

Richard Wagner (1813 - 1883)
Precisamente en un buen momento amoroso, y arrancando de los deudores, intentaron fortuna durante unos años en París, pero la expedición terminó en un completo fracaso. Regresan a Dresde en 1842 y a los pocos meses se produce el estreno de Rienzi, ópera de Wagner hoy casi olvidada. Esta vez el éxito los acompaña. El público saludó de pie a su joven compatriota rechazado en París.

La vida comenzó a sonreírles. Wagner es nombrado, poco después, maestro de capilla de la corte de Sajonia en carácter vitalicio, y con excelente remuneración. Para el año 1848, Wagner ha compuesto ya Lohengrin y Tannhäuser, y es también un director de orquesta muy solicitado. Pero la vida se va a complicar otra vez.

Wagner, anarquista
El año 1848 es el año en que Karl Marx publica el Manifiesto Comunista, escrito en compañía de su amiguito Federico Engels. Y es también el año en que el anarquista ruso Mijail Bakunin llega a Dresde arrancando de Praga, a alojarse en casa del asistente de Wagner, que profesaba la misma fe que Bakunin: un indignado del siglo XIX. Pronto se conocerán Wagner y Bakunin y surgirá entre ellos mutua admiración, respeto y amistad, refrendada cada atardecer en largos paseos por las calles en penumbras de Dresde, ignorante Wagner de que años más tarde el Indignado terminará expulsado de la Primera Internacional Comunista, por indicación del mismísimo Karl Marx. 

Y 1848 es también el año de "la revolución de mayo", seguidilla de manifestaciones populares que tuvieron como consecuencia la formación del primer parlamento alemán, que redactó una nueva constitución para Alemania. Pero el rey de Sajonia rechazó dicha constitución al año siguiente y en respuesta al rechazo estalló el alzamiento de mayo de 1849 que llenó de barricadas las calles de Dresde.

Richard Wagner participó activamente en la revuelta: repartió propaganda y realizó tareas de enlace del "gobierno provisional", del que Bakunin formaba parte. Pero el alzamiento fracasó y el amigo anarquista de Wagner fue detenido y condenado a muerte aunque después las autoridades sajonas lo entregaron a los rusos, quienes no dudaron en encarcelarlo.

En cuanto a Richard, pesaba sobre él una orden de detención que lo obligó a abandonar Dresde y con ello, su empleo vitalicio. A los pocos días, Richard y Minna alcanzaron Weimar donde los acogió el siempre generoso Franz Liszt. Seguirán once años de exilio total de Alemania.



Tannhäuser
Tannhäuser y el torneo de trovadores del castillo de Wartburg (su título completo) es una de las obras más populares de Wagner. Su Obertura y el famoso Coro de Peregrinos (final del acto 2°) pertenecen al repertorio "clásico" de la literatura musical europea. Mal acogida en su estreno en Dresde, en 1845, es una ópera en tres actos, con música y textos en alemán escritos por el propio Wagner, basados en antiguas leyendas alemanas, relacionadas con la lucha entre el amor sagrado y el amor profano:

Cuando en el castillo de Wartburg el caballero Tannhäuser confiesa que ha vivido en la montaña de Venus en pecado mortal, el resto de los caballeros lo amenaza de muerte. Lo salva de ella su amor terreno, Elisabeth, pero es expulsado del castillo y se le ordena se sume a los peregrinos que van camino de Roma y cuyo canto llega desde el valle.

La versión es de los Ponte Singers y Ponte Orchestra, de Hong-Kong, dirigida por Stephen Lam Lik Hin. Su comienzo pianissimo obliga a escucharla con audífonos.

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